Diario de León

Luis Carrasco perdió la vista hace nueve años y ha hallado el origen en la infección por un hongo de la flora intestinal

Un leonés, primer científico que descubre la causa de la enfermedad que padece

El investigador estudia el nexo del hongo con la esclerosis múltiple o la enfermedad de Crohn

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R. Martín - león
León

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«Soy optimista», asegura tajante. Luis Carrasco Llamas (León, 1949) no ha perdido la esperanza de volver a ver y hacia ese reto ha encaminado la mayoría de sus trabajos desde hace nueve años, desde el momento en que perdió la vista por, entonces, causas desconocidas. Hace seis años descubrió la razón de la ceguera en la infección por un hongo, la Candida famata , pero ha tardado seis años en publicar el trabajo, hasta estar seguro de sus conclusiones. La candida es una levadura que forma parte de la flora intestinal y que, por razones que aún se desconocen, pasa al torrente sanguíneo. Descorazonado por la falta de respuestas de los médicos que aún hoy le dicen que no hay ninguna esperanza de curación, empezó su tarea de investigación que, ahora se ha demostrado, es una vía abierta a la curación de más de dos millones de personas que en todo el mundo sufren una retinopatía que causa graves pérdidas de visión y, en muchos casos, la ceguera total. Luis Carrasco ha perdido el 99,9% de su vista y aún así es optimista en poder recuperarla. «Esto se puede revertir y desde el punto de vista científico, y no sólo desde el personal, es muy importante. Se ha pensado que el daño en los fotorreceptores es insalvable pero yo pienso, y tengo alguna base para decirlo, que no están dañados», apunta. Argumentos no fiables «Los médicos no me dan ninguna esperanza pero sus argumentos tampoco me parecen tan fiables. Independientemente de los que me digan los médicos, yo sigo». Y él, asesorado por facultativos, continúa probando terapias. El tratamiento con antifúngicos (fármacos contra la infección causada por hongos) está dando buenos resultados en su caso y prevé que los dé aún más positivos en personas que están en un estadio de la enfermedad más temprano. Aunque no ha recuperado la vista estima que la infección del ojo va mucho mejor y achaca a una «paradoja» los escasos resultados en la recuperación de la capacidad visual. «Tengo una hipótesis, nacida de que me observo cada día y cada hora. Tengo la sensación de que la infección viene de otro lugar, lógicamente de la meninge o de la base del cerebro y que se expulsa por el nervio óptico. Cuando más eficaz es el tratamiento, más infección hay en el ojo», explica. Carrasco lleva cinco años tratándose y buscando la terapia más eficaz. La pérdida de vista no fue tan lenta, aunque sí gradual. «En este tipo de retinopatías la visión se va viendo afectada lentamente, primero un ojo y luego el otro», indica tras reconocer que no le gusta nada hablar de su enfermedad. «Respecto a los tratamientos _agrega_ no se sabe mucho. Yo voy leyendo cosas, intentando ver qué tratamientos serían los mejores y no me ha ido mal. No me he quitado la infección pero no descarto quitármela y curarme». Los tratamientos utilizados son los ya existentes en el mercado. Con ellos, manifiesta rotundo, «se podría combatir esta retinopatía de forma eficaz, hay compuestos muy buenos». Carrasco colabora con la empresa PharmaMar desde hace cuatro años para buscar nuevos compuestos, «con resultados muy interesantes, pero es una investigación a largo plazo», puntualiza. «Las multinacionales se tienen que poner las pilas, hacer ensayos clínicos y determinar las dosis terapéuticas más eficaces», apremia. Reconoce que durante años ha estado obsesionado con curarse y que este sigue siendo su reto personal particular. «Revertir la retinopatía y, por esto yo entiendo, volver a ver», explica por si quedan dudas. Ha asumido ya su ceguera aunque, admite, que le costó un largo proceso de aceptación y adaptación. Ahora el ritmo de trabajo no puede ser el mismo que le llevo a fraguar un espectacular currículo, pero aún así dirige siete tesis doctorales y mantiene su trabajo en el Centro de Biología Molecular del CSIC. Pretende, si logra las imprescindibles ayudas, seguir investigando en enfermedades humanas de origen desconocido y, además de las oculares, centra su interés en la esclerosis múltiple o la enfermedad de Crohn, «con muchísimos casos ahí en León». Patologías consideradas autoinmunes, pero de origen desconocido. Ver las caras Al preguntarle qué es lo que echa más de menos de antes de perder la vista asegura sin dudar: las caras de la gente. Luego medita y añade: «cuando salgo, ver los paisajes, y el cine, en tercer lugar». «Desde el punto de vista personal es mi mejor trabajo; desde el científico, no» LUIS CARRASCO LLAMAS, Investigador

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