Diario de León

El Cónclave se reunirá por primera vez sin vivir el encierro en la Capilla Sixtina

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María Signa - corresponsal | roma
León

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El pontificado de Juan Pablo II se ha caracterizado por la ruptura de muchas de las antiguas tradiciones que a lo largo de siglos han acompañado al papado. Ahora, cuando la Iglesia se enfrenta con la elección de un nuevo pontífice, en el cónclave también cambian algunas cosas y ciertas tradiciones se adaptan a los tiempos actuales. Aunque se votará como siempre bajo el famoso fresco del Juicio Final de Miguel Ángel, en la Capilla Sixtina, a donde acudirán los cardenales dos veces al día, esta vez sus alojamientos serán mucho más cómodos que aquellos que ocuparon los 111 cardenales que eligieron a Karol Wojtyla. Juan Pablo II se ha ocupado durante su pontificado de construir unos nuevos apartamentos en la cercana Casa de Santa Marta, construcción que en su momento levantó más de una protesta, ya que impide una correcta vista del tímpano de la basílica de San Pedro. La residencia posee 131 dormitorios y suites con una decoración sencilla pero cómoda y varios espacios comunes de los que pueden disfrutar los cardenales. En los anteriores cónclaves, la zona de la Capilla Sixtina se sellaba cuando se iniciaba la reunión de los purpurados. Allí vivían encerrados durante los días que duraba la elección del Papa. Las ventanas se sellaban para evitar todo contacto con el exterior y cuentan que durante el cónclave del que salió elegido Juan Pablo I, celebrado en el mes de agosto, el calor era tan agobiante que más de un cardenal, todos ellos de edades elevadas, tuvo problemas de salud. Problemas técnicos De todas formas, la elección de esta residencia plantea una serie de problemas de tipo técnico, ya que por primera vez los cardenales no estarán en las proximidades del lugar de votación. La Casa de Santa Marta se encuentra en la parte contraria a la Capilla Sixtina y, aunque el Estado vaticano es pequeño, se tendrá que estudiar cómo trasladar dos veces al día a los purpurados que tienen que recorrer una trayecto fuera de la zona denominada «extra omnes», frase que se pronuncia al iniciar el cónclave para indicar el período de aislamiento. Una de las soluciones sería ampliar esta zona aislada y preservar de esta forma el secreto de la reunión.

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