Diario de León

Los líderes religiosos califican de mal necesario la intervención de tropas extranjeras en el país

Los mulás de Herat bendicen la presencia española y creen que la nave se accidentó

Descartan que un grupo agresor disponga de infraestructura para lanzar ataques

Un guardia deposita su arma para rezar en la principal mezquita de Herat

Un guardia deposita su arma para rezar en la principal mezquita de Herat

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«Según lo que he podido investigar, lo que le pasó al helicóptero español fue un accidente. No sé si fue un error mecánico, o qué pasó, pero a mí me dicen que el aparato se estrelló sin que hubiera ninguna agresión». El maulavi (líder religioso) Nazair Ahmad Hanafi habla bajo la mirada atenta de sus secretarios, escribientes y demás fieles que vienen a pedirle consejo. Es uno de los clérigos más influyentes en la comunidad musulmana suní de Herat, la ciudad afgana donde la Brilat está desplegada. «No creo que en Herat haya grupos capaces de derribar un helicóptero. Hay gente que está en contra de la presencia de tropas extranjeras, pero ni siquiera ellos están preparados o dispuestos a atacarlas», concluye. La oficina de Hanafi está a pocos metros de la plaza principal de Herat. Allí, entre el caos circulatorio tan propio de Afganistán, se yergue un monumento singular. Un tanque ruso es conquistado por estatuas de guerreros muyahidines que alzan orgullosos la bandera afgana en señal de victoria. Del depósito de combustible del carro de combate cuelga la figura de un ruso muerto. «Este es un pueblo de luchadores. Hace trece años, yo mismo tenía mis muyahidines y mis armas y luchaba -dice, mientras muestra su pierna parcialmente amputada-. Pero hace mucho que las entregué al Gobierno. Este país ha sufrido mucho por los extranjeros y, según el Islam, deberían ser tropas musulmanas las que estuvieran en Afganistán. De todas formas, el Gobierno de Karzai, reunido con algunos de los líderes religiosos del país, ha decidido que haya tropas no musulmanas. Yo creo que es algo que debería resolverse en el Parlamento». De la misma forma se expresa el muftí (juez islámico) Abdul Haq, un anciano que asegura tener cien años y que es venerado en Herat como la más alta autoridad religiosa. Nos recibe en su humilde casa de adobe, cercana a la mezquita principal, y se excusa porque su cabeza ya no le permite seguir los asuntos mundanos. Para Haq, el hecho de que la Shura (el consejo de sabios musulmanes) de Kabul diera su apoyo a la presencia de tropas extranjeras es prueba suficiente para bendecir al contingente español. Pero, por si acaso, recuerda el segundo y el tercer artículo de la Consti-tución afgana: «Todas las leyes deben estar de acuerdo con el Islam. Si alguna fuera contraria, será rechazada». Los clérigos suníes de la ciudad no ocultan su desagrado esencial por la presencia de tropas extranjeras en su país. A Hanafi, por ejemplo, no le gustan ni la de los españoles, ni la de los australianos, que estuvieron antes, ni la de los americanos, que establecieron un cuartel en la zona. «A usted tampoco le gustaría que hubiera tropas extranjeras en su país», dice. Es consciente, sin embargo, de que, por ahora, son necesarias. Y por eso las bendice. «De cualquier forma, la policía y el Ejército afganos están trabajando duro para que no sean necesarias», dice. Apoyo del 80% A la reunión con Hanafi nos acompaña Mohamed, un estudiante de medicina de la Universidad de Herat, que asiste atento a la conversación. Cuando salimos, apunta: «Yo estoy seguro de que el 80% de la gente de esta zona apoya la presencia de tropas internacionales. Los que no están a favor son sobre todo de los pueblos de alrededor. Son gente a la que, hace veinte años, los mulás les dijeron que tenían que salir de sus casas y matar a los extranjeros, que entonces eran los comunistas rusos. Esa gente, ahora no se pregunta si son rusos o españoles. Está en contra y punto. Pero ni están organizados, ni creo que puedan hacer nada contra ellos. Yo no recuerdo que en esta zona hubiera una acción parecida a derribar un helicóptero desde, por lo menos, 1992». Posteriormente, el muftí Rawed Baqi nos recibe en una de las salas de la Gran Mezquita de Herat, uno de los templos más hermosos de Afganistán. Debemos esperar para hablar con él porque es la hora de la oración. Guardias armados vigilan las plegarias de los fieles mientras el mohacín clama la grandeza de Alá. Baqi es ya un anciano que prefiere ocuparse de los asuntos religiosos antes que de los políticos, pero nos advierte: «El Islam dice que si hay tropas en este país, deberían ser tropas musulmanas. A mí no me gusta que haya soldados infieles aquí. Siempre que las habido han intentado llevarnos por el mal camino. Primero fueron los ingleses, después los rusos y ahora, quién sabe». Baqi, sin embargo, deja un espacio para el optimismo. «Si las tropas extranjeras nos ayudan, respetan nuestra religión y no tratan de convertir a nuestros jóvenes, entonces serán nuestros hermanos. Si los llevan por el mal camino, entonces la gente se echará a las calles para protestar», dice. Mucho más complacientes se muestran los clérigos chiíes, una comunidad a la que pertenecen el 30% de los habitantes de la ciudad de Herat y el 40% de los de la provincia. Durante el régimen de los talibanes sufrieron una persecución feroz. «A mí me encarcelaron cinco veces y me torturaban casi a diario. Me rompieron el pie en varias ocasiones», dice Sheik Azizullah Najafi, uno de los dos líderes de los chiíes de la ciudad. La misión extranjera Quizás por eso se alegran ahora tanto de la presencia de tropas extranjeras. «Al fin y al cabo, la gente está consiguiendo sus objetivos. Habrá elecciones, habrá nuevo Parlamento. Estamos muy contentos con los españoles. Los preferimos a los americanos. Y la verdad, lo sentimos mucho por las víctimas del siniestro del helicóptero», dice mientras afirma que está seguro en un 90% de que se trató de un accidente. «Nuestro corazón está con sus familias», clama sincero. «No creo que en Herat haya grupos capaces de derribar un helicóptero» NAZAIR AHMAD HANAFI Líder religioso

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