Diario de León

| Reportaje | «¡Si me viera mi madre!» |

«Soy un hombre humilde y errante»

Victoriano Crémer recuerda que por «tres o cuatro veces» se perdieron las bibliotecas que había creado. Y es que, como dijo, «el libro en León nunca ha tenido buena prensa»

Mario Amilivia, Victoriano Crémer y Santos Llamas, durante el acto de creación del Aula Literaria

Mario Amilivia, Victoriano Crémer y Santos Llamas, durante el acto de creación del Aula Literaria

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E. Gancedo - león
León

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Irónico, lúcido, pleno de ingenio, decididamente uno de los autores que más profundamente han ahondado en las complejidades y miserias del alma humana, Victoriano Crémer dio ayer, como suele hacer, lección de humildad y sencillez durante la firma de creación del aula que, muy a su pesar, acabará llevando su nombre. Y a su pesar porque él mismo se encargó de subrayar, en repetidas ocasiones, el hecho de que los hombres «se van, pero las instituciones pueden quedar». El aula, a su juicio, ha de estar a disposición plena «del pueblo de León» y estar apoyada «en los instrumentos reales de gobernación del pueblo». «Pretender que lleve mi nombre es una petulancia que no hace al caso», aseguró. «Soy un hombre humilde y errante, aunque nunca haya salido de León», dijo Crémer, que en un principio se extrañó de tener que presidir el acto junto a Amilivia y Llamas. «Firmo como testimonio de que se procede a la firma», comentó entre risas. «¡Si me viera mi madre!», «yo, que en mi vida he firmado nada, como no sea el recibo de la luz...». «¡Esto sí que es una figura histórica!», exclamó el escritor en el momento de estrechar la mano al alcalde y al presidente de Carriegos para la foto. Agradeció no obstante todos los esfuerzos («trabajosos y costosos») que han sido empleados para llevar a buen término este proyecto «de dejar radicado mi legado en León» y deseó fervientemente que el aula «sirva, de verdad» a la cultura de la ciudad. Se declaró leonés «de nacencia y costumbres» y recordó que las sucesivas bibliotecas creadas por él fueron destruidas «por tres o cuatro ocasiones». Y es que, como dijo, «el libro en León nunca ha tenido buena prensa». En vez de libros, parecía que coleccionaba «panfletos subversivos», dijo. También desmintió Crémer el rumor de que atesoraba en su casa «Picassos» y habló claro de su papel en el aula: «No voy a hacer milagros, ni mucho menos. Ayudaré en la medida de mis ya escasas fuerzas, pero no se puede depositar en mi persona el éxito o el no éxito de este lugar».

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