Diario de León

El seísmo acabó convirtiéndose en la anécdota de las conversaciones

La Policía Local de León recibió sesenta llamadas en cinco minutos

Aunque la mayoría dormía, los habitantes de la capital sintieron el terremoto, pero sin alarma

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A. G. Puente - león
León

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A pesar de que la Policía Local de León recibió más de sesenta llamadas en los minutos posteriores al seísmo, los habitantes de la capital no se alarmaron ante el temblor y la mayoría optó por seguir durmiendo y aprovechar las horas de sueño extra que un sábado ofrece. Las llamadas se realizaron, sobre todo, desde el centro, el casco antiguo y el barrio del Ejido y fundamentalmente pedían a los agentes una explicación sobre lo que estaba pasando o preguntaban si el temblor volvería a repetirse. La Policía Local, también sorprendida en ese primer momento, comunicó con el 112 para informarse y comprobar que se trataba de un seísmo. Igualmente, los Bomberos de la capital recibieron numerosas llamadas, aunque no tuvieron que intervenir ante ningún desperfecto u otro daño colateral del seísmo. Salvo el susto o la sorpresa inicial, el temblor acabó convirtiéndose a lo largo de la jornada en un punto recurrente de conversación entre los habitantes de la ciudad. Un taxista, que realizaba su turno, desde la madrugada, pensó en el momento del temblor que su coche fallaba por algún problema mecánico que le hacía desplazarse lateralmente, aunque no supo que se trataba de un terremoto hasta que no lo escuchó en la radio. El temblor despertó a muchos leoneses que abrieron los ojos asustados y con incertidumbre, otros aún somnolientos achacaron el movimiento de su cama a un sueño o más bien a una pesadilla. Otros, ni siquiera lo percibieron, y alguno con sorna llegó a comentar: «Ahora ya sí que puedo decir que a mí no me despierta ni un terremoto». A las 8.18 horas la ciudad apenas había despertado como corresponde a un sábado, sin embargo, un seísmo inesperado acabó con el sueño placentero de muchos que se preguntaban qué estaba pasando. Al enterarse, el susto no pasó de anécdota y comentario con sus más allegados. Lámparas temblorosas, objetos que se desplazaron, colchones temblorosos, traqueteo de muebles y algún chillido de susto protagonizaron esos leves segundos, que siempre parecen nunca acabar. La alarma no llegó a la población, a pesar de no estar acostumbrada a este tipo de fenómenos.

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