Diario de León
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Arde la tierra donde los montes se llaman Chan do Casal, Sobreiro y Xuntáns. Toda esa zona de Ponte Caldelas (Pontevedra) fue la elegida ayer por Zapatero para verificar sobre el terreno el daño indiscriminado de las llamas, aunque de paso tuvo que soportar la furia de gentes que pelean con cubos y sachos contra la ola incendiaria. El presidente del Gobierno pisó con sus zapatos la tierra quemada. Comprobó la verdadera dimensión del desastre y volvió escaldado. La visita sufrió algunos ajustes por motivos de seguridad, ya que la ruta no incluyó Soutomaior, como se había anunciado y donde algunos concejales socialistas aguardaban a Zapatero. Al otro lado, el alcalde de Ponte Caldelas, Perfecto Rodríguez (del PP), criticó la «falta de respecto institucional», por no haber sido avisado de nada. El helicóptero del presidente aterrizó en la base pontevedresa de O Campiño, donde Rodríguez Zapatero se detuvo unos diez minutos para agradecer el notable esfuerzo que realizan los operarios contraincendios. Acto seguido, la caravana de coches se desplazó unos tres kilómetros por angostas vías de montaña hasta un alto en la parroquia de Xuntáns. Allí, un par de palas excavadoras de la unidad de zapadores de la Brilat estaban realizando un cortafuegos, en tanto el jefe del Gobierno atendía las explicaciones del conselleiro Alfredo Suárez Canal respecto al agua que cae de las aeronaves, que a veces no ahoga las llamas. Y fue a partir de ese momento cuando el ambiente empezó a caldearse. Por la carretera, que permanecía cortada debido a la presencia de Zapatero, intentaba avanzar un coche con matrícula de Soria para pedir ayuda.

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