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Bono acaparó toda la atención

Montilla se toma en serio los brotes de violencia política

Montilla se toma en serio los brotes de violencia política

Publicado por
Manuel Campo Vidal - redacción
León

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Esta semana en la que la política no se ha ido de puente porque las elecciones catalanas y Bono quedaban de guardia; comenzó en Madrid con acento gallego. El presidente Emilio Touriño congregaba a los presidentes del Ibex 35 en una conferencia de la que se elogió su sensatez. Pepe Blanco no se quedaba atrás y en otro desayuno -en Madrid por la mañana o das un desayuno o te lo dan- centraba la política de inmigración del Gobierno mejorando el discurso que emiten los ministros. Y Mariano Rajoy ponía las cosas en su sitio en el Comité Ejecutivo del PP. Tres políticos gallegos de corte bien distinto pero de extraordinaria influencia y poder de convocatoria, como se demostró esta semana. Y una comunidad de la que se espera una aportación de sosiego después del episodio catalán y del eterno problema vasco. Harían bien en no ridiculizarse llamándose mutuamente «Pepiño» o «Marianico». Los que los escucharon esta semana les tienen en mejor consideración. «Blanco crece de un desayuno para otro», comentaba el presidente de una compañía de servicios. El dirigente del PSOE explicó los rasgos de la legislatura: buena marcha de la economía, reformas sociales y territoriales y crispación de la vida política. «Siempre que ha perdido las elecciones, Aznar ha cuestionado la legitimidad de las urnas. Lo hizo en 1989, en 1993 y en el 2004», señaló. Sobre el 11-M Por otro lado, cuando trasciende que Rajoy manda, su cotización sube. El lunes le leyó la cartilla a Jaime Ignacio del Burgo cuando el diputado navarro presionaba para continuar con el embrollo del ll-M que él y Zaplana promueven en el Parlamento. Cierto que el lunes Zaplana faltó a la reunión, pero Rajoy remitió el caso a los jueces y convocó a su partido a construir una alternativa a los socialistas dejando de mirar atrás. «Ha sido más claro que nunca», comentaba a La Voz un miembro de la Ejecutiva popular. «Y confía mucho en Piqué porque le da juego constantemente». Buena parte de los suyos lo celebra. Pero en esto llegó Bono y se quedó con los titulares de unos y de otros. Estaban el martes algunos empresarios comentando su buena impresión de la conferencia de Touriño, cuando alguien le dijo a Pepe Blanco: «Bono está ahí, en el bar privado del Ritz, y quiere saludarte». Tres horas después, Bono daba a entender a un grupo de periodistas que acabaría aceptando el encargo de Zapatero de disputarle la alcaldía a Ruiz Gallardón. Por la tarde se lo pidió públicamente la Federación Socialista Madrileña. Y cuando se daba por segura su aceptación, declinó el envite y de nuevo se comió los titulares. La indignación del PSOE es comprensible. El caramelo Nadie lo explica mejor que alguien que lo acompañó durante años. «Lo que tiene que estar sufriendo Bono con el caramelazo que le han puesto delante: candidato a la alcaldía, diputado en Madrid y probable presidente del Congreso en la próxima legislatura. Por eso quiere, pero no puede». Pre-guntado por la razón que se lo impide, explica a La Voz: «Porque se ha pasado la vida, sin ir mas lejos la semana pasada, criticando a los políticos paracaidistas que llegan a Castilla-La Mancha, como el hijo de Suárez o la señora Cospedal, y ahora él tiene que saltar en paracaídas sobre Madrid». A saber cómo evolucionará esta contradicción interna que corroe al ex ministro de Defensa. Antes decía: «Ruiz Gallardón y yo tenemos un pacto para no enfrentarnos electoralmente». Puede que lo tuvieran pero ambos desean más que nadie ocupar la Presidencia del Gobierno. ¿Renunciarían al último tramo de la escalera si sus vidas se cruzaran?. De momento han estado a punto de cruzarse en Madrid. Pero ya Pepe Blanco, despechado también, le ha enviado un mensaje: «Respetaremos su decisión de mantenerse apartado de la política». Así que el futuro de Bono, de momento, pasa por la hípica de su hijo en Toledo. Entretanto el PSOE sigue entrevistando candidatos cada vez con más desesperación. Esta misma semana en un acto de primera línea organizado por la Consejería de Innovación andaluza con Al Gore y Felipe González como estrellas, un miembro de la organización excusaba a Amparo Moraleda, presidenta de IBM en España, porque había sido convocada por Zapatero. Se supone que no la llamó para hablar de tecnología. Al final, tendrá razón Blanco cuando anuncia que el nombre del candidato será el «regalo de Reyes». Aunque es más difícil que la tenga con aquello de que «el futuro presidente de la Comunidad de Madrid está aquí con nosotros -mirando a Rafael Simancas- y la futura alcaldesa de Valencia, Carmen Alborch, también». Sin embargo, con los resultados de Cataluña, Blanco fue más prudente: «El partido está por jugar». Dependerá de que salgan al campo aquellos ciudadanos que votan socialista en las generales y se abstienen en las autonómicas. Entretanto, las intolerables agresiones a dirigentes del PP, rebrotan en Cataluña poniendo de manifiesto la existencia de un sector intolerante de la ciudadanía, aunque muy minoritario, que igual se expresa violentamente en versión «okupa», como independentista radical. Socialistas y nacionalistas moderados deberían condenar esos brotes con mayor energía. Se salva Montilla que ya ha expulsado a un joven del PSC por participar en los incidentes. Pero parece que había más.

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