Diario de León

| Crónica | La plataforma vuelve a la calle |

El ocaso de una protesta en la que se notaron las ausencias

Nunca Máis denuncia que otro vertido es posible y que casi nada ha cambiado. Pero sí hay algo que parece muy diferente a hace cuatro años: la movilización social se ha evaporado con el tiempo

Publicado por
Mario Beramendi - redacción
León

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Nunca Máis, la plataforma que sacó a la calle a cientos de miles de ciudadanos para denunciar la gestión de la catástrofe del Prestige , volvió a manifestarse ayer en Santiago para denunciar que otra crisis es posible. Pero lo hizo con alarmantes síntomas de adelgazamiento. Apenas 1.500 personas secundaron una convocatoria que se sustenta en la denuncia de una situación ex-tremadamente grave: que todo sigue igual, que miles y miles de barcos con mercancías peligrosas pasan cada año frente a las costas gallegas y que otra catástrofe de dimensiones parecidas podría castigar otra vez a Galicia. Una denuncia de tanto alcance, en cambio, no ha encontrado el respaldo masivo de la ciudadanía. Tampoco contó ayer con el apoyo de destacadas figuras de la intelectualidad gallega, como los escritores Manuel Rivas o Suso de Toro, líderes de anteriores convocatorias, o de miembros del bipartito. A diferencia de otras ediciones, no hubo ningún conselleiro y se echó en falta al vicepresidente de la Xunta, Anxo Quintana. Sólo se dejó ver un miembro del Ejecutivo auto-nómico: Rubén Cela, director xeral de Xuventude. Lo acontecido ayer en la calle revela que el paso del tiempo, la llegada del BNG a San Caetano y la vigencia de la crisis de los incendios forestales han reducido la capacidad de convocatoria de la plataforma a su círculo ideológico más próximo: allí estaban destacados dirigentes de la CIG, como Ramiro Oubiña o Xavier Aboi, diputados nacionalistas como Bieito Lobeira o Ana Pontón, miembros de la asamblea local del BNG en Santiago y representantes de las juventudes del frente. Los convocantes lanzaron mensajes de reprobación contra el Gobierno central, al que acusan de abandonar a Galicia. Pero por el tono festivo de algunas gaitas y panderetas, más que una protesta, parecía una conmemoración nostálgica de la marcha de hace cuatro años. La anécdota la protagonizó un transeúnte, con un comentario jocoso: «¡Esto no es una manifestación, es una minifestación!».

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