Diario de León
Publicado por
ANTONIO NÚÑEZ
León

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CUANDO se van acumulando quinquenios y uno se hace vago le dan tentaciones de escribir los artículos por triplicado y volver a sacarlos cada equis años en campaña electoral. La gente no se entera y la prueba está en la cantidad de alcaldes que repiten. Vino el miércoles a León el secretario de Estado de Infraestructuras, Víctor Morlán, se retrató delante de las vías y volvió a prometer la supresión del viejín paso a nivel del Crucero. A lo mejor al lector le suena de algo, aparte del chucha-chufla del maquinista cada vez que te quedas parado delante de las barreras. Cuando allá en 1982 descarrilaba la UCD ya el entonces alcalde Morano y el ex ministro Martín Villa empezaron a cavar -en persona no, naturalmente- para que los coches pudieran pasar por abajo, pero hubo que parar la obra porque entre el tracatrá del tren y el agua que manaba del vecino Bernesga a poco sacan de quicio los cimientos de losedificiios del entorno, uno de ellos de seis plantas o más construído por el predecesor de un Agelco, en cuyo primer piso ya entonces tenía su sede el PSOE local. Quien no se lo crea o tenga alergia a las hemerotecas puede preguntarle al camarero de El Ferroviario. Andando los mandatos y las legislaturas recuerda uno también que el leonesista De Francisco, siendo primer teniente de alcalde, como siempre, amenazó con encadenarse a los raíles hasta que el gobierno suprimiera el dichoso paso a nivel. La prueba de que nadie cumplió la palabra dada es que han pasado tres gobiernos, unos diez mil trenes, eso como mínimo, y el candidato Pelines goza de saluz excelente. El Otro día me lo encontré en la calle y me apostó un café a que esta vez sí. «Para el carro, macho», no le dejé ni terminar, «prefiero pagar yo». Las obras públicas prometidas en campaña electoral se dividen en dos: las que duran cuatro años menos un día, o sea justo hasta las siguientes elecciones, y las que eterniza el ingeniero previo calculo de mayorías absolutas. El retraso es algo consustancial al tren. Yo los dejaría a pie de vía, encadenados como prometió De Francisco y a ver si tienen lo que hay que tener y darme la llave del candado: o me la trago yo o se tragan ellos las promesas electorales. Me ha dicho un amigo maquinista que no le meta en líos. Luego me llamó asesino.

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