Diario de León

MADRID Los leoneses en la capital de España reclaman que León salga al exterior para ser reconocido

La diáspora leonesa pide caras nuevas

Desde la distancia, los votantes por correo piden nuevas fórmulas para crear expectativas

Andrés Martínez, fotógrafo, no le haría ascos a volver a León

Andrés Martínez, fotógrafo, no le haría ascos a volver a León

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Pacho Rodríguez - madrid
León

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«Dos de las cosas más conocidas de León es que hay chorizo y hace frío; hay pocas noticias nuestras y creo que hace falta más promoción» | TOMÁS FRANCO «Me indigna oír que San Glorio es de Palencia o Pontón de Asturias; lo políticos de León no trabajan bien. León necesita alguien que luche por el empleo» | ÁNGEL PAJÍN León existe en Madrid, pero más el Barrio H úmedo, Genarín, la Semana Santa, el Musac o el Camino de Santiago. Y apurando aún más, León es noticia generalmente si hay un suceso. Eso creen firmemente muchos de los leoneses que por obligación, devoción o profesión residen en la capital. Muchos de ellos son jóvenes que salieron de su ciudad con la idea de volver una vez acabada su experiencia universitaria. No sabían que era un viaje trampa porque sólo era de ida y no han podido regresar. Pero, en concreto, en Madrid, hay leoneses de toda índole, condición y de diferentes procedencias. De todas las edades y profesiones. No en vano, se dice que la colonia leonesa en la capital es de las más abundantes. Una vez presentados los tópicos, hay que sumar dos más: el frío y el chorizo. No se sabe por dónde comunican pero ahí están: «Dos de las cosas más conocidas de León son que hace frío y que hay chorizo. Pocas veces hay noticias nuestras. Yo lo que sé de la provincia es lo que leo en el Diario de León digital», especifica Tomás Franco Montiel, de Mansillla del Páramo, con residencia en La Bañeza, y un periplo que pasa por León, Oviedo, Barcelona y Madrid. Es licenciado en Económicas y técnico de Hacienda. En su caso, para este leonés del 72 un concurso para volver a León es una quimera. Cree, también, que «en cuanto Zapatero abandone el poder se hablará aún menos de León y volveremos al ostracismo», asegura el con cinvicción el paramés. Andrés Martínez Casares (León, 1982) estaría en las antípodas profesionales de Tomás Franco. Y, probablemente, ideológicas. Su caso es el de un fotógrafo dispuesto a cazar la imagen del día. Ha estudiado periodismo y se ha lanzado a ampliar estudios en Dinamarca. Sin problemas, entra en política: «La experiencia en Dinamarca me hizo pensar por qué allí un gobierno liberal, de derechas, era tan diferente a lo que tenemos por aquí¿», deja en el aire como una crítica directa. Tiene clara su foto de estas elecciones en León: «Una en la que no saliera ninguno de los candidatos actuales. Están caducos», asevera Martínez que ahora reside en Madrid pero no le haría ascos, sino todo lo contrario, a un posible regreso a su ciudad natal. Por el paseo Juan XXIII, en el corazón de la Ciudad Universitaria madrileña, la calle de los colegios es un trasiego de estudiantes y, por supuesto, la presencia leonesa es más que notable. León sigue enviando jóvenes que realizan sus estudios en alguna de las variadas universidades con las que cuenta ahora la capital. En estos casos siempre hay un discreto y esta vez es una joven de 1987 que cree que hay que permanecer en el máximo de los anonimatos posible. «León es tan pequeño, que es mejor que no se sepa a quién votas para que no te encasillen», dice, como dicen los actores cuando renuncian a un papel repetido. Pero en este caso se trata de ejercer de ciudadano. «León es la ciudad más bonita de España. Y en los últimos años ha mejorado más». Hasta ahí puede leer. León va bien, parece. En el caso de Tomás Franco y Andrés Martínez ambos coinciden en el punto de salida. Votarán, ya lo habrán hecho por correo, pero no saben a quién. Esto es, forman parte de ese grupo de indecisos que hará que la balanza se incline hacia un lado u otro. Por las paradojas de la democracia, tienen pinta de contrarrestar el voto de uno con el de otro. Martínez sí manifiesta un deseo: «Estaría bien que PSOE y PP tuvieran menos poder y que llegara alguien que ofreciera cosas nuevas», un deseo al que añade una dosis de escepticismo: «El político leonés que merezca la pena está por venir». Franco Montiel, por su parte, dedica un importante tirón de orejas a los tránsfugas de la provincia. De La Bañeza a León. Con efectos en todos los sentidos. «Hay más preocupación por llegar al poder que por hacer cosas. Mientras, León y provincia pierden población, pero nadie hace nada. Y siguen siempre los mismos». Otro leonés, de Acebedo, confirma que en la diáspora se siente la tierra y se comparte un escepticismo que bien puede ser un rasgo de identidad local que se conserva en la distancia. Ángel Pajín, catedrático de Francés, profesor de la Uned, y ahora flamante editor con su proyecto Europa Viva lo define con ejemplos: «Cuando oigo aquí en Madrid, San Glorio, provincia de Palencia, el Pontón, en Asturias, los mineros son asturianos o palentinos¿ Me indigno. Nuestros políticos no lo trabajan bien. La provincia leonesa pierde población. León necesita un candidato que luche por crecer y que traiga industria». Y añade una clave: «Hay un partido que sí lucha por León y si no existiera habría que inventarlo». En definitiva, para los leoneses en la diáspora, León desde Madrid es un sitio apetecible, con todos los ingredientes. Pero resulta que creen que no está bien contado o que le hacen falta unos nuevos ventanales para poder vender todo su potencial. Piden que se sigan otros ejemplos de ciudad pujante, como apunta Andrés Martínez. O que se explique bien la reivindicación de autonomía para León, como señala Tomás Franco. Todo para que León se suba a ese triángulo de oro que forman provincias como Valladolid, Burgos o Palencia. «Los castellanos sí han sabido defender sus intereses. A nosotros nos hace falta aperturismo», remata Ángel Pajín. Andrés Martínez tiene ideas claras: «El político leonés que merezca la pena está por venir» «Cuando Zapatero abandone el poder se hablará aún menos de León», prevé Tomás Franco «Los castellanos sí han sabido defender sus intereses; a nosotros nos falta aperturismo», añade Andrés Pajín

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