Diario de León

Perfil | Paco Fernández |

El hijo del dueño de un pequeño bar

El nuevo alcalde de León, que cumple 52 años el 13 de julio, lleva en política la mitad de su vida

Agustín Mariano Pérez Lamo, el número 13, sonríe mientras el alcalde le coloca la medalla de edil

Agustín Mariano Pérez Lamo, el número 13, sonríe mientras el alcalde le coloca la medalla de edil

León

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Francisco Fernández, Paco, se retrató ayer en el pleno de investidura del nuevo alcalde de León como «el hijo del dueño de un pequeño bar», con lo que quiso decir también que León había roto el hechizo de la ascendencia o el clan familiar, que hasta ahora parecían condición sine qua non para dirigir los destinos de la ciudad bimilenaria. El nuevo alcalde nació hace casi 52 años, los que cumplirá el próximo 13 de julio (está claro que es su número de la suerte), ya instalado en el despacho más importante del Ayuntamiento de León. Y lleva más de la mitad de su vida en la arena política, desde que en 1982 se incorpora a un PSOE que dirigía en León José Luis Rodríguez Zapatero. Francisco Javier Fernández Álvarez se crió en el barrio de San Esteban y, pese a sus orígenes humildes, estudió en el siempre prestigioso Colegio Leonés: «Mariano», dijo ayer, emocionado, a su padre. «Gracias por... por... («que me voy a emocionar», se interrumpió, con lágrimas en los ojos). Pero pudo terminar: «Gracias por luchar y por hacer que el dueño de un pequeño bar llegue a alcalde de esta ciudad». Empezó a trabajar en Caja León,, actualmente Caja España, al terminar la etapa escolar. Y ha hecho carrera de abajo a arriba: ahora tiene el cargo de director de Desarrollo Regional en el grupo de empresas. Tal vez por ello suele decir que «no necesito la política para vivir». Desde muy joven se ha forjado una merecida fama como tenista, pero en el deporte de la política es un corredor de fondo que alcanza el éxito en plena madurez vital, cuando uno de sus hijos acaba de hacerle abuelo -el mismo día que se estrenó el permiso de paternidad- de una pequeña ciudadana leonesa más. El día que nació estaba a las puertas de la sala de partos, tan nervioso, «o más», reconoció, que cuando fue padre. «¿A dónde vas, hijo?» Paco se sentía ayer más alcalde que nunca, pese a que ya ostentó el mando de la ciudad diecisiete meses, entre junio del 2003 y diciembre del 2004. Pero fue un alcalde en vilo durante los 540 días que duró el pacto con De Francisco (con la UPL nunca se llegó a romper), suspendido en la incertidumbre de qué pasará mañana y fingiendo que toda iba bien. El 3 de diciembre fue un día gris en la vida de aquel alcalde que, mientras caminaba escoltado por su equipo de Gobierno desde Ordoño II hasta San Marcelo, se cruzó con su padre y no supo qué decirle cuándo este le preguntó: «¿A dónde vas, hijo?». «Tengo más ilusión, más experiencia y más seguridad que hace cuatro años», reconocía ayer tras posar el bastón de mando y quitarse la medalla y la banda de primer edil. Hoy volverá a vestirlos para desfilar en su primer acto público. Hace cuatro años se hubiera pensado asistir o no a la procesión del Corpus Chico, que preside esta mañana, pero ahora tiene claro que para ser alcalde hay que «pactar», también, con las costumbres de la ciudad. Para ello se propone hacer puentes entre la historia y la modernidad; entre la solemnidad de los actos oficiales y la vida campechana que ha llevado como edil de la oposición, durante los últimos dos años y medio. Casi todos los días salía a correr durante una hora para ejercitar sus piernas y despejar su mente. Su perro Sumo, que le regalaron durante la anterior etapa de alcalde, es una de sus pasiones. Como cualquier leonés corriente que se precie, le gusta comer bien -su debilidad es el arroz- y cultivar las amistades de siempre en torno a unas copas de vino. En su biografía de corredor de fondo de la política figura que hasta 1995 desempeñó el cargo de secretario de Organización del PSOE en la provincia y también de vicepresidente de la Diputación entre 1991 y dicho año, con Agustín Turiel como presidente. A la institución provincial llegó como concejal del Ayuntamiento de León. Pero poco imaginaba entonces que algún día sería el segundo alcalde socialista de la ciudad, después del breve período de Gregorio Pérez de Lera en 1979. Aunque en política todo puede cambiar de un día para otro, ayer no tenía en el horizonte la incertidumbre, sino más bien la confianza de que gobernará León el mandato completo hasta el 2011: «Los próximos cuatro años van a dejar huella en esta ciudad». Marca de hombre corriente Su marca de hombre corriente fue un éxito en la campaña electoral del 2003. Hizo de un candidato desconocido, incierto, un político hecho y derecho a cuya nueva figura contribuyó a hacer brillar el apoyo decidido del Gobierno de Zapatero. Durante su etapa de alcalde se celebró en León el primer consejo de Ministros de la historia y la capital leonesa fue elegida como sede de la cumbre hispano alemana, con la presencia de Zapatero y el entonces canciller Gerard Schröder. Pero la también le gusta ser recordado como el alcalde bajo cuyo mandato se aprobó el Plan General de Ordenación Urbana, modificado, tras años de trabajos preparatorios; que consiguió la cesión de la azucarera Santa Elvira para construir el Palacio de Congresos, o la rehabilitación del Mercado del Conde Luna y el inicio de las obras del polideportivo de El Ejido. Su intención es terminar los deberes empezados hace cuatro años y teñirlos con una buena dosis de leonesismo o leonesidad, según se mire. El León Real 2010 es la marca política que quiere vender ahora. Su marca de hombre corriente fue un éxito en la campaña electoral del 2003. Ayer, Paco Fernández reivindicó sus orígenes humildes en la sesión de investidura como alcalde de León

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