El mal tiempo en verano apagó las demandas por incendios forestales

Este año ha sido una temporada tranquila para la fiscalía de asuntos medioambientales, que ha visto reducido a una mínima parte el trabajo para castigar la autoría de los incendios forestales, si bien es verdad que tampoco en años anteriores casi nunca se encontraba a los autores. Según el fiscal Javier Gutiérrez, el medio centenar registrado aproximadamente durante los dos últimos veranos son muy pocos comparativamente con ejercicios anteriores y han dado un respido a los despachos judiciales. Una décima parte de las actuaciones de la fiscalía son precisamente «de oficio», a instancias de comunicaciones de los servicios antiincendios de la Junta, cuando se sospecha que los siniestros han podido ser provocados intencionadamente, fruto de descuidos o de imprudencias más o menos temerarias. El problema es encontrar a los autores, lo mismo que cuando se encuentra una pieza de caza mayor en un cepo o envenenada por alguien que dejó carnaza en el monte y luego desapareció. Cuando la Junta se ve obligada a intervenir en este tipo de siniestros da comunicación por sistema a la fiscalía para que se investiguen. Son más raros, aunque no infrecuentes los casos que sin llegar por los conductos oficiales se denuncian en la prensa y que dan lugar a la apertura de expediente o diligencias judiciales. Entre estas las hay de todo tipo, desde infracciones o abusos urbanísticos, hasta proyectos empresariales como parques eólicos, líneas de alta tensión, estaciones de esquí o minas a cielo abierto que siguen funcionanto a pesar de haber sido clausuradas en teoría, vertidos contaminantes a los ríos, tanto industriales como municipales, fallos en el funcionamiento de depuradoras, etcétera. Normalmente no suelen prosperar porque, bases reales aparte, muchos llegan cargados de una fuerte polémica política que no es precisamente el mejor incentivo para tener en cuenta en el poder judicial.