Diario de León

CARMEN MARTÍNEZ REY | 66 AÑOS, GERENTE DE LA UNIVERSIDAD DE LEÓN

«Me siento bien y útil para trabajar; no me imagino la vida de jubilada»

Carmen Martínez Rey en su despacho de gerente de la ULE

Carmen Martínez Rey en su despacho de gerente de la ULE

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a. g. | león
León

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Cuando el 13 de septiembre se dio cuenta de que su vida laboral sumaba nada menos que 45 años (15 trienios) ella misma se quedó perpleja. Carmen Martínez Rey, de 66 años, es una de las funcionarias de la Universidad de León -cuerpo de administración y servicios- que ha decidido prorrogar su vida profesional más allá del horizonte simbólico de la jubilación. «Me siento bien y útil para trabajar; no me imagino la vida de jubilada», reconoce la gerente de la Universidad de León. Martínez Rey está al frente de este puesto desde hace seis años, tras ser nombrada por el actual rector Ángel Penas que, como ella recuerda, cumple su mandato en el 2008. Pero además de la pasión por el trabajo, reconoce que en su decisión de permanecer activa también ha pesado el aspecto económico. Sus ingresos quedarían reducidos casi a la mitad y aunque ya tiene a todos sus hijos e hijas independizados -nada menos que nueve- «siempre tienes que echar una mano aquí y allá». Carmen Martínez Rey no se imagina la vida de jubilada porque, entre otras, no es persona de viajar, ni tampoco su marido. Además, disfruta un momento profesional satisfactorio y cree que le ha costado el suficiente esfuerzo -«nadie me ha regalado nada»- como para abandonar ahora. «Me siento más útil aquí que en casa; aquí sigues estudiando porque siempre hay cosas que aprender», apostilla esta mujer que nunca dejó de volver al trabajo después de los permisos de maternidad. Ahora disfruta ya de algún nieto, pero su vocación está en la oficina. Con 19 años obtuvo una oposición para Hacienda en Gerona y su principal problema era que no podía viajar sola en tren porque no era mayor de edad. «Entonces empezábamos a trabajar muy jóvenes y se daba la paradoja de que las mujeres podíamos hacer una oposición y tomar posesión de una plaza pero no podíamos viajar solas porque nuestra mayoría de edad era a los 25 años». Luego se casó y entró en León. En 1987 optó a una plaza de la universidad leonesa y trabajó en control interno hasta su nombramiento como gerente. «He sobrevivido a varios rectores y eso no es nada fácil», reconoce al mencionar su etapa en el departamento de control interno.

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