Diario de León

| Crónica | De paseo por el Ifema |

¿Pero en España se hacen colas por todo?

Fitur comenzó ayer con las cocinas de los stands a todo gas y con las clásicas e interminables colas para poderconseguir pases y acreditaciones

Publicado por
Pacho Rodríuguez
León

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madrid

Galicia es gaita y la voz de Xoel López, alias Deluxe, de fondo. El País Vasco es verde y Baleares es Rafael Nadal. Aragón es Amaral y La Rioja es vino. Y, por ejemplo, la Comunidad Valenciana es una playa. En general, huele a comida en Fitur. Todos ponen sus cartas boca arriba e invitan a la visita.

Ayer era el día de las presentaciones, carreras y sonrisas y gente con maletas llenas y otros que las llevaban vacías. Era la bienvenida al caos que propone Fitur para abrir boca. Luego, es cierto, las cosas no funcionaron tan mal.

Los Príncipes pasaron, lo inauguraron todo, y sólo algunos saben cómo ha sido. Pero como ya lo ha dado la tele visto está. Acreditaciones Casa Real optó por delimitar la entrada a prensa que se lo hubiera solicitado a ellos. Así que, durante hora y pico hubo periodistas impares y pares, según a los pabellones a los que tuvieran acceso. Los pares no podían ver a don Felipe ni a doña Letizia mientras paseaban por los stands españoles. Pero, en cambio, en los golosos puntos de turismo internacional, podían soñar con que se les metía arena en el portátil en alguna paradisíaca playa mientras escribían esta crónica.

En el pasillo central, durante este tiempo muerto, unos músicos mexicanos de Veracruz cantaban frente a un puesto dedicado a Lorca, Murcia. Unos metros más allá había moros y cristianos de Alcoy, con camellos y una banda valenciana que tocaba esa música tan característica.

Surrealismos aparte, para entrar a primera hora, con tiempo de sobra, había que hacer una inmensa cola que se formó gracias al civismo de la gente y a pesar de la desorganización de Fitur. La odisea llevaba a preguntas del tipo: «Pero, ¿En España hacen colas por todo». La respuesta inmediata era: «No señora. En España hacemos colas por nada».

Ya al mediodía la plaga de folletillos era un atentado forestal. Dos mujeres que recogían la abundante basura se llevaban la bronca de un hombre que había dejado hasta tres grandes bolsas llenas de folletos apoyadas en un cubo que al estar ahí habían ido a parar a su sitio: al interior. La cosa no pasó a mayores una vez que todo el material fue extraído.

Cuando esa parte del turismo salió de la basura, un profesional del sector que andaba por allí se confesaba: «Yo vengo a promocionar mi proyecto. No voy a ser quien dé la voz de alarma. No pongas mi nombre», sentenció cuando aún no había dicho nada.

Ya al mediodía la plaga de folletillos era un atentado forestal. Dos mujeres que recogían la abundante basura se llevaban la bronca de un hombre que había dejado hasta tres grandes bolsas llenas de folletos apoyadas en un cubo que al estar ahí habían ido a parar a su sitio: al interior. La cosa no pasó a mayores una vez que todo el material fue extraído.

Cuando esa parte del turismo salió de la basura, un profesional del sector que andaba por allí se confesaba: «Yo vengo a promocionar mi proyecto. No voy a ser quien dé la voz de alarma.

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