Diario de León

«Empecé haciendo reseñas para poder ir al cine de balde»

Las entrevistas con Pereira, cuyos primeros pasos literarios los dio en el Diario a los 13 años, siempre resultaban cercanas y llenas de retranca

Pereira, leyendo el Diario de León, periódico del cual fue corresponsal siendo tan sólo un muchacho

Pereira, leyendo el Diario de León, periódico del cual fue corresponsal siendo tan sólo un muchacho

Publicado por
E. Gancedo
León

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Sus primeros textos (sonetos, crónicas de procesiones, reseñas de cine...) los publicó Pereira en el Diario de León a la edad de 13 años. Por aquel entonces su héroe admirado no era otro que Antonio Carvajal Álvarez de Toledo, «vate» local que escribía sonetos y paseaba con su capa por las calles de Villafranca, y de esa manera comenzaría Pereira una carrera literaria que acabó por deparar innumerables momentos de disfrute para lectores de todo el mundo. He aquí una selección de la última entrevista que le hizo el Diario con motivo de su homenaje por parte de la Asociación de Escritores. Como siempre, enjundioso, rápido, genial.

-”¿En qué momento exacto sintió Antonio Pereira la llamada de la literatura?

-”Hombre, no soy capaz de localizar un momento especialmente decisivo, más bien debió producirse de una manera lenta, gradual, como uno le va cogiendo gusto a un deporte concreto o a jugar al ajedrez. Ahora bien, siendo yo un niño de pantalón corto me presenté en casa del vate villafranquino Antonio Carvajal, poeta romántico de capa y barba, y entonces, en aquel caserón, este hombre me ofreció, a mis 13 años, una carta de recomendación para el director del Diario de León, don Filemón de la Cuesta, quien aceptó mis servicios.

-”¿Y que escribía para el Diario?

-”Me dijo que le mandara corresponsalías de Villafranca y yo le enviaba, por ejemplo, alguna reseña del cine, para ir a ver películas de balde; o algún madrigal dedicado a alguna chica para ver si me comía una rosca...

-”Y después se vino a León.

-”Cuando ya fui un hombre hecho y derecho vine a León para abrirme camino en la vida y aquí ya conocí a la gente de Espadaña ; llegué a publicar en los últimos números de esta revista de azarosa existencia-¦ La verdad es que desde entonces he viajado mucho, he volado mucho, pero siempre, siempre he tenido casa abierta en esta ciudad. Mis raíces están en lo leonés.

-”¿Y su etapa madrileña?

-”Efectivamente, tuve una etapa madrileña, pero siempre alternando con León. Fui a Madrid por diferentes motivos y el estar allí me permitió conocer a más gente e introducirme en los círculos editoriales. Obviamente, no se podía vivir de la literatura: Vida Española me pagaba por una poesía 100 ó 150 pesetas. Y mil me daba La Vanguardia , pero por hacer un artículo semanal. «A ver cuando te puedo subir 100 duros, Pereira», me decían. Pero nunca me lo subieron.

-”¿Cree que su nombre podría haber sonado con más fuerza si hubiera frecuentado más los círculos sociales de Madrid?

-”Estoy absolutamente seguro de que sí. Mi nombre sonaría más, digamos, mediáticamente. Ahora dicen que si soy un escritor de culto, algo minoritario; pero sí, eso que dices hubiera influido decisivamente y algún premio «sonoro» me habría caído como consecuencia de cultivar los ambientes propicios.

-”¿Qué pasó?

-”Creo que influyó mucho el que transcurriera bastante tiempo entre aquella precocidad de niño y el primer libro que publiqué en una editorial. Eso contribuyó a que fuera un poco un «desclasado» en el mundo de las generaciones. Y ya se sabe que el que no está dentro de una generación no sale en la foto. Pero muchos de aquellos compañeros que me adelantaron publicando libros hoy están retirados o parlotean y bostezan en el Café Gijón sin dar un palo al agua.

-”¿Cuándo publicó el primero?

-”Tendría 39 ó 40 años. Fue El regreso , de poesía, en Adonais. Después, con Del monte y los caminos quedé empatado en el Premio Guipúzcoa con José Batlló, quien caballerosamente me ofreció publicarlo en aquella colección suya llamada El Bardo , a la par que Arde el mar , de Gimferrer.

-”¿Cuándo comenzó a cultivar el cuento literario?

-”Junto con mis poesías empiezo a hacer también cuentos sueltos que luego alguien me animaría a reunir en un libro. Ese libro sería Una ventana a la carretera , que gana el Premio Leopoldo Alas Clarín en 1966. No cabe duda de que aquello me halagó. Además, el género me gustaba también por lo que de parecido tenía con la poesía: economía verbal, disciplina y poder de sugerencia de la palabra.

-”Pero, ¿era aquel un buen momento para el cuento en España?

-”No, era un momento muy malo. Entrabas con tus cuentos en el despacho de un editor y para él era como si entrase el demonio.

-”¿Cómo ve hoy el género hoy?

-”Pues míralo: han aparecido vocaciones en muchos cuentistas, se escriben muchos cuentos, los editores los publican, señal de que se venden-¦ y los críticos se ocupan de ellos igual que si fueran novelas.

-”Y cuando llegó el Fastenrath-¦

-”-¦me hizo mucha ilusión, porque lo daba la Real Academia. Eran 6.000 pesetas, y cuando las cobré, invité a Ramón Carnicer y a su mujer al teatro. Luego vendría el Torrente Ballester por Las ciudades de Poniente y otros más.

-”¿Cómo es un día en la vida de Antonio Pereira?

-”Es muy sencillo. Me levanto a las ocho de la mañana y escribo todos los días. Rara vez poemas, y más frecuentemente algún relato. Luego hago anotaciones en un diario privadísimo-¦ y también me ocupo de esa serie de compromisos que constantemente le llegan a uno. Sin olvidar el modesto ejercicio, los paseos por la Pícara o su equivalente madrileño hablando con la gente. Me gusta mucho escuchar. ,

-”¿Espera algo suyo la imprenta?

-”Sí (sonríe), pero no pienso decirte lo que es...

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