Diario de León

El caso Palau convierte en un espejismo el «oasis» catalán

El desvío de 20 millones salpica a los partidos, desata una guerra entre jueces y fiscales, y daña a un emblema cultural

El ex presidente del Palau de la Música, Félix Millet.

El ex presidente del Palau de la Música, Félix Millet.

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CRISTIAN REINO | barcelona
León

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La sociedad catalana vive entre estupefacta e indignada. El desvío de 20 millones de euros del Palau de la Música en los últimos cinco años por Félix Millet y Jordi Montull, no ha hecho sino corroborar que el mito del oasis catalán, como contrapunto a la corrupción de otros lares, se diluyó como un azucarillo.

Desde que hace cuatro años el ex president de la Generalitat, Pasqual Maragall, acusara a CiU de financiarse a través de las comisiones por obras públicas -”«ustedes tienen un problema que se llama 3%», dijo-” la quimera de una Cataluña entendida como un remanso de las buenas formas frente al resto de España, que haría el papel de árido y corrupto desierto, se ha derrumbado poco a poco hasta desplomarse. El último capítulo, el escándalo multimillonario del Palau de la Música, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y ejemplo en otros tiempos del buen hacer de la sociedad civil catalana.

El escritor Antoni Puigverd resumía el sentir ciudadano: «descubrir que los nobles antepasados de la Renaixença (movimiento cultural catalanista del XIX), el modernismo más preciosista y los armónicos ecos de Bach y compañía están cubiertos por la densa capa fecal acumulada a lo largo de los años por el inefable Fèlix Millet provoca un aumento sideral del sentimiento de desconfianza civil».

Construido entre 1905 y 1908 como sede del Orfeó Català y sufragado por suscripción popular, el Palau constituye un patrimonio simbólico de Cataluña.

De momento, el caso Millet no ha empapado a nadie más que al reducido círculo familiar y de confianza del otrora prohombre y «señor de Barcelona», si bien empieza a salpicar ya, y mucho, a los diferentes estamentos de la sociedad catalana. Los primeros afectados han sido los partidos, en especial CiU, que pudo financiarse a través de las donaciones de Millet. Aunque el sumario del caso no lo recoge, parece que el Palau aportó dinero a la Fundación Trias Fargas.

Jueces y fiscales se han enzarzado en la discusión sobre si Millet debe ir a prisión.

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