Transgredir para acertar

No es fácil caminar por la originalidad, ruta cinematográfica últimamente poco transitada por Hollywood. Se hacen demasiadas películas clónicas que acaban hastiando al público, y para muestra los numerosos batacazos de la cartelera norteamericana durante este verano o las alarmantes cifras confirmando el descenso de espectadores en las salas españolas. Normal, eso de acomodarte en la butaca y a los diez minutos tener la sensación de haber visto la película una y cien veces, comienza a ser algo más que un simple virus. John Singleton y quienes aportaron dólares a Cuatro hermanos , sabían que el guión no evitaba lugares comunes ni personajes trillados, pero quizá aceptaban que con la ley del mínimo esfuerzo y una chispa de talento, servirían un thriller resultón con pizcas de western y drama. Transgrediendo también. Por ahí va. Los Mercer, dos blancos y dos negros, seguirían en la cárcel de no adoptarles una señora a cuyo entierro asisten. Le pegaron unos tiros durante un atraco, pero sus hijos putativos descubren premeditación en el asesinato. A partir de ese momento, el guión intenta irse por la tangente para aprovechar los huecos dejados por situaciones previsibles. Y se marca unas dosis de ironía y humor negros que salvan al filme del pozo de la indiferencia, aunque la taquilla la castigue con desidia por carecer de grandes estrellas. Mucha filmación en decorados naturales con nieve y frío en Toronto, como contrapunto realista a un filme que por momentos suena a broma gigantesca y, en otros, hasta se permite el lujo de seguir el rastro de un Scorsese y hasta de un Coppola si me apuran. CUATRO HERMANOS . EE.UU. Director: John Singleton. Intérpretes: Mark Wahlberg, Tyrese Gibson, André Benjamin.