Dulce fórmula magistral

Su familia endulza la vida desde hace siete generaciones. La otra rama familiar tiene botica con la misma antigüedad. Tal vez por eso no extrañe a nadie que hayan dado con la dulce fórmula magistral.

Empezó esta historia Francisco Cornejo en 1850 en Benavides de Órbigo. No es que él fuera de allí de toda la vida, llegó al pueblo en busca de Marcelina González, descendiente de boticarios, bella, jovencísima, soltera. Y cuentan que muy dulce. Cornejo sabía mucho de amarguras. Se había quedado viudo y tenía tres hijos. Así que el nuevo matrimonio Cornejo González se quedó en territorio de ella y se dedicó a lo que él sabía. Dicen que ningún pastelero mejor que aquel que ha paladeado antes la amargura de la vida. Y Cornejo lo bordaba. El maestro chocolatero —no podía ser de otra manera, pues procedía de Astorga— se puso pronto a amasar otras recetas. Se hicieron famosas sus mantecadas y las pastas metidas en harina para que se conservaran bien en tiempos que ni soñaban con un frigorífico aunque en algo ayudara el invierno leonés, ya saben, frío, largo y azotado por el viento del norte.

A la confitería Santa Cecilia terminaría dándole el nombre el yerno de don Francisco, que como él llegó a Benavides por amor. El joven industrial de La Bañeza casó con Socorro Cornejo y, como su suegro, se instaló en territorio de ella pero esta vez haciendo lo que mejor se le daba a ella, dulce entre los dulces. Hace ya un siglo que, en una de las divisiones familiares del negocio, impuso Cecilio su sello y transformó el nombre y el comercio.

Ayer por la mañana, el biznieto del fundador, Jesús Santiago, hizo con la misma receta de sus antepasados nueve cajitas de mantecadas ‘delicatesen’ en el obrador que la familia Cornejo, que ahora apellida Santiago, acaba de abrir en la Gran Via de San Marcos 15. Un bocado exquisito que se amasa casi por encargo, a mano, en producción más que limitada, con la nostalgia de aquellos tiempos sin iPad, redes sociales ni tanta prisa. Asomarse al escaparate de la Pastelería Santa Cecilia en pleno centro de León es descubrir la tentación en porciones. Hace bien en poner el cartel la palabra bombonería. Una pista clara de cuál es la especialidad del séptimo descendiente de Francisco Cornejo que se abre camino ahora en la capital, Jesús Santiago Martínez. Su hermano Ignacio mantienen la estirpe en Benavides de Órbigo, donde la Pastelería Santa Cecilia es mítica.

Con las raíces del maestro chocolatero y del magistral pastelero que era su antepasado han creado las ‘Santinas’, una delicia de pasta de mantequilla, redonda y doble que atrapa una porción de mermelada de albaricoque oculto todo bajo una capa de bombón del más excelente de los chocolates con leche.

En fin, mejor dejar de leer y probralo.