El ocaso y el viento, ante la cruz

Como si de visitar monumentos en Jueves Santo se tratara, grabado con rojo tu nombre en una vela, vas a siete lugares donde se ensancha el espíritu, junto al Esla.

A Villaverde de Sandoval, al Monasterio, en cuyo arco de ingreso al templo está esculpida una iconografía del Crucificado, donde aún muestra belleza y orden la cantería de sus muros arruinados.

A Villasabariego y Lancia, desde Villafalé, donde confluyen dos horizontes: uno de Tierra y Montañas-plegaria y otro de ánforas y huellas: poéticas recompuestas; imaginario redivivo.

A Villarmún, donde conmueven, tallados en los canecillos, rostros extáticos y borrosos cuerpos, unidos.

A San Pedro de Eslonza, que conserva armonía en entablamentos, en muñones de arcos aún extendidos, a pesar de las ruinas.

A San Miguel de Escalada, desde Mellanzos. Al Monasterio llegan reflejos de nieves para enjalbegar sus columnas de mármol, y caballos de niebla para acariciar las herraduras del mágico espacio, sagrario de versos; y, desde la carretera a Casasola, parecen sentir celos, por no ser estructura del templo, álamos blancos.

A Santa María de Gradefes, donde, a las siete, escuchas vísperas, donde sientes la salmodia que, derramada, habita la rueda, la girola de las cinco capillas y se funde en el equilibrio de las bóvedas, perfilándose en los prismas de los capiteles.

Y cruzas el Agua luminosa? del río, y llegas a Villahibiera, a la ermita de Santo Tirso: siete huecos en cada cara de su torre descarnada, junto a una negrilla: cosmos y árbol. Y elevas tu mirada al monte calvo. Un sencillo madero, en cruz clavado, acoge la Luz en sus brazos sobre los que colocarán un paño blanco, de desnudez.

Hoy viernes ascenderá hasta él una procesión con cantos musitados tras una cruz negra de palo. Consumado el día en siete escalones, un signo se alzará sobre las cumbres. La Nube del no saber ondeará Fuego blanco… Arderá la Cruz, sal-alianza y dolor-espinas, sin quemarse.

Rosa-blanca. Rosa-roja. El Aire vertirá palabras de piedad sobre tanta sangre, en el Ocaso.