Diario de León

De viaje a

fuentes de carbajal

Fuentes de Carbajal forma parte de la Red Natura 2000, al integrarse en la Zepa Oteros-Campos. Un territorio relevante para el avistamiento de aves y donde la avutarda se pasea como en casa La cantidad de arroyos alrededor del municipio son una de sus señas de identidad. Una tierra fértil, de donde existe constancia documental, al menos, desde el siglo XII. Una tierra de inmensas praderas, donde las aves son protagonistas de un paisaje que se antoja infinito

El municipio de Fuentes de Carbajal cuenta con un importante patrimonio natural, donde las aves son las reinas, pero los arroyos, lagunas y manantiales son parte clave en la configuración de la vida. Aunque en la época de estío muchas se secan, son un oas

El municipio de Fuentes de Carbajal cuenta con un importante patrimonio natural, donde las aves son las reinas, pero los arroyos, lagunas y manantiales son parte clave en la configuración de la vida. Aunque en la época de estío muchas se secan, son un oas

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a.v.
León

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Inmensos campos y praderas se despliegan como un manto en el entorno de Fuentes de Carbajal, un municipio salpicado por los arroyos, que debe su nombre a esta peculiaridad. El arroyo de Valdeladehesa en el pueblo, el de Carresanmiguel, el canal de la margen izquierda del Porma y el río Cea configuran un territorio fértil del que se tiene constancia, al menos, desde el siglo XII.

La naturaleza envuelve al visitante y ha dado al municipio el valor de Zona de Especial Protección para las Aves (Zepa), un espacio de avistamientos privilegiados y donde la avutarda se pasea como en casa. De este modo, Fuentes de Carbajal aporta su territorio a la Red Natura 2000, al estar integrada en la Zepa Oteros-Campos.

Un territorio que ofrece un ecosistema relevante para la conservación de las aves salvajes y sus hábitats. En el caso del municipio, y según explican voces autorizadas, se trata de un enclave muy significativo donde alternan los cultivos de cereal, leguminosas y barbechos y que por sus características climatológicas resulta un territorio óptimo para las aves esteparias, entre las que destaca la avutarda —como se ha dicho— que tiene en esta zona una de sus mayores poblaciones de Europa. Con ella coexisten otras especies, como sisones, gangas, alcaravanes. También propias de estas llanuras, cultivadas y salpicadas de arroyos, son los aguiluchos cenizos, pálido y laguneros, el esmelejón, los milanos real y negro o las calandrias, entre otras muchas especies. En la torre de la iglesia no faltan las cigüeñas y sus grandes y laboriosos nidos, fieles al municipio. Un pueblo, en definitiva, que ofrece al visitantes la posibilidad de observar las aves en su medio natural.

Fuentes de Carbajal, con un importante patrimonio natural, conserva también lagunas, charcas y zumacales que son fuente de vida. Aunque se trata de estanques estacionales tiene un innegable valor ecológico y que «suponen un verdadero oasis en el secano». De hecho, numerosos insectos vinculados al agua viven en estos humedales que se secan en el verano. Además, su vegetación está adaptada a aguas poco profundas y dibujan un paisaje de algas y juncos.

El municipio da juego para futuras rutas donde poder explorar el paisaje. Además, tiene reconocidos parajes como el de la Fuente de San Miguel o enclaves tan autóctonos como La Fuentina, que durante años fue punto de reunión y de charla en la tarea de ir a buscar el agua. Además hay otros manantiales, que no están acondicionados, pero que generan alrededor una intensa comunidad viva.

En Carbajal es fiesta el 8 de mayo, día del Arcángel San Miguel, y en Fuentes se honra a san Isidro Labrador, el 15 de mayo. Dos celebraciones que antaño también convivían con san Cipriano y san Vicente y con la Nochebuena, cuando se celebraban las pastoradas.

Una visita al municipio de Fuentes de Carbajal puede trasladar al visitantes por una ruta a través de la arquitectura del barro. Aunque el paso de los años y la evolución de la vida ha ido trasformando las formas de construir y las viviendas, en los pueblos siguen en pie las gruesas paredes que levantaban casetos para los aperos de labranza, palomares e incluso, en su época, colmenares. Un territorio salpicado de tradiciones y tranquilidad, donde la iglesia — que ha recuperado cuatro tablas de enorme valor de su retablo— se alza imponente como vigía de las aves.

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