Diario de León

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A nosotros los periodistas nos viene muy bien, es ya un clásico entre los reportajes del verano, pero entiendo que a los vecinos de Laciana lo que se dice gracia, no creo que les haga. O por lo menos a mi no me la haría. Imagínense, una preciosa noche de verano en, por ejemplo, Robles o en Villar de Santiago, salir a pasear a la luz de la luna, y encontrarse con un oso, y no precisamente al dulce Winnie Pooh con su camisetina roja y su panchita llena de miel al aire. Pues eso es lo que les está pasado a los vecinos de esta zona del Sil que, aunque no lo han visto, han detectado la presencia de un plantígrado que por las noches se acerca a comer de los frutales, sobre todo de cerezos, y que ha causado ya más de un incidente con el ganado. La preocupación, y porqué no decirlo, el miedo, son mayúsculos entre los vecinos, y la petición de soluciones a la Junta de Castilla y León se repite infructuosamente año tras año. ¿Pero que haríamos si nos topáramos con el oso? Estaríamos delante del animal terrestre más grande de toda la fauna ibérica, que fácilmente supera los dos metros de altura, que es capaz de ponerse de pie, y que tiene un peso que puede superar los 600 kilos. Opción A: pies pa que os quiero. Opción B: quieto parao, C: pues ya que estamos me saco un selfie y lo peto en Instagram. Pues según la Fundación Oso Pardo (FOP) ninguna de las tres opciones sería la más recomendable, porque aunque estemos delante de este pedazo de animal, debemos tener en cuenta varias cuestiones. La primera es que a pesar de su apariencia el oso no es un animal agresivo, y si ellos detectan con su olfato la presencia humana harán todo lo posible por evitarla. Sí puede ser peligroso si está herido, si se trata de una hembra con cachorros, si ha sido hostigado por perros, si ha sido sorprendido en su osera o comiendo una carroña, pero si no, es un animal que rehuye el enfrentamiento, por lo que lo mejor es marchase lentamente, sin correr ni gritar, y sin hacer movimientos bruscos. En la Cordillera Cantábrica, solo se han registrado siete incidentes con contacto físico en los últimos veinticinco años, pero no tentemos a la suerte.

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