Diario de León

De aquellos polvos

CORNADA DE LOBO | Odio al vallisoletano de calle o grada, ¿por?, ¿por tener autoridades y políticos que barren para ellos?, ¿por tener Ikea?, ¿incluímos ahí los cien mil leoneses o vástagos que mandamos allí a por el pan que aquí no había y allí viven?

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Quedó claro que la Leonesíada de juguete en la que ahora quiere follar tocristo (hasta Podemos, últimamente algo ayuno de polvos el pobre) fue hasta 1976 asunto inexistente o enterrado y que se reanimó formalmente solo cuando Manuel Azcárate -prócer histórico del Partido Comunista de España resituado en León tras largos años en Moscú como ideólogo y propagandista- creyó oportuno explorar qué coño social y político podía tener la cosa, o sea, la doncella. A ello se pusieron, entre otros, dos afiliados, Charly y Piluca, creándose el Grupo Autonómico Leonés (hoy el GAL solo suena a guerra sucia antivasca cortapichas y eriza el pubis), entusiasta peña inicial de pegatina y banderín a la que ya desde un principio fueron arrimándose apellidos de renombre comercial, gentes de antagónicas ideologías, el León tenderil, la derechona papona y no pocos ecos azules de «Coros y Danzas» que se harían okupas de «jijí contigo» y a la postre dueños de aquel invento autonomista que, naciendo de izquierdas, reeditaba paradójicamente un sentimiento burgués de derecha pura _digamos resentimiento_ trazado de antaño y atizado por un historiador de ombligo exaltado, dos cronistas de orgullo escocido y tres burguesotes cazurránganos que no olvidaban las sopas con honda que en el último siglo les venía dando la burguesía cerealista vallisoletana, tan altanerita ella y no menos odiosa y repelente, pero más rica, rumbosa y desarrollista que esta que nos tocó en suerte... ¡con la de envidia que eso da!...

Con ese ruido llevan hoy al pueblo leonés a tributar tirria al vallisoletano en general, en teniente general a su alcalde y a Capitanía General metiendo ahí también al obispo, al presidente de la Junta... pueblo agraviado al tener aquí solo un brigada chusquero y cien cabopuertas . Odio al vallisoletano de calle o grada, ¿por?, ¿por tener autoridades y políticos que barren para ellos?, ¿por tener Ikea?, ¿incluímos ahí los cien mil leoneses o vástagos que mandamos allí a por el pan que aquí no había y allí viven? Cada vez entiendo menos, pero ya se va entendiendo algo.

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