Editorial | Una salvaguarda para aliviar el daño al comercio

Como era de esperar, el confinamiento se alarga y con él el cierre de los pequeños comercios que en León forman una parte esencial del tejido productivo. Con la nueva temporada intacta e inmovilizada en sus almacenes, los comerciantes de textil y calzado han iniciado una campaña para que se suspenda el periodo de rebajas que en condiciones normales despuntaría a finales de junio y que reclaman se atrase hasta mediados de agosto, una petición que ya ha sido entregada en el Congreso y que debe ser valorada como corresponde en aras de no agravar una situación ya de por sí crítica para el sector. El colectivo ya ha alertado de que se encuentra a las puertas de un escenario de emergencia económica por falta de liquidez y que su situación de vulnerabilidad se agrava con cada jornada de cierre. Se considera un sector especialmente olvidado en esta crisis y puede que no le falte razón. Es obvio que sus ingresos actuales son inexistentes y que se enfrentan a serias dificultades para hacer frente a las facturas del género adquirido para abastecer sus tiendas esta primavera-verano, por lo tanto no parece descabellada su intención de retrasar la temporada de descuentos. Como tampoco lo es que este tipo de estrategias comerciales cada vez más extendidas y que no están actualmente reguladas, sean sometidas a alguna normativa para compensar de alguna manera los daños que está sufriendo el pequeño comercio, que también debe lidiar, y lo deberá hacer aún más a partir de ahora, con el auge de la venta online que se ha disparado en el estado de alarma.