Abajo tú, arriba yo
Tíralo abajo, súbeme arriba... abajo Sánchez, arriba España... viva lo franco, muera lo rojo... abajo tú, arriba yo... abajo la 6, arriba la 13... abajo el Cuzo, arriba el Cazo... y después, con otro cazo, tocaremos el himno nacional en el culo de una olla o haremos platillos con las tapaderas de nuestras «tarteras» clamando al Cielo y a cámara para que se abra la tierra justo a los pies del gobierno comunista-chavista-iraní-separatista y lo engulla desollándole el pellejo entre peñascas a cada uno de sus miembros y miembras en una larguísima caída hasta llegar finalmente a las calderas de Pedro Botero donde sus cuerpos sanguinolentos serán esmeradamente curados con sal, vinagre y salsas chimichurri o brava, según el pecado, antes de ser instalados confortablemente en el asador grill petados en una barra de hierro que les entra pol culo y les sale pol gañote, asador donde lentamente se irán charruscando y dando vueltas por toda la eternidad sin dejar de ser conscientes de los gravísimos errores y blasfemias que les han llevado a esta lamentable situación... y de que, aun así, Dios, en su bondadosa ira infinita, ha sido muy amable y piadoso con ellos porque todavía merecerían más fierro y azufre hirviendo que todos los filisteos, ninivitas, moros y babilonios juntos... (aprecia el sociólogo y admírase el psiquiatra de que, despotricando, el español furioso no tiene par en el mundo; ni siquiera una maldición zíngara o gongorina ofrece tanto detalle... y de cómo el español veleta pasa casi al instante de adorar a abominar, de la gratitud a la ingratitud, de la ovación ventanera a la maldición callejil, del ¡arriba tú! al ya te tumbo yo ahora... el país anda exahusto, jamás en toda su larga historia se le vio aplaudir dos meses seguidos a nadie, jamás, un exceso, así que los heroicos sanitarios han vuelto a ser funcionarios y en no pocos casos se verán envueltos en la catarata de demandas presentadas exigiendo responsabilidades clínicas y buscando reparación y culpables, o sea, indemnización... país de zarzuela: «Tanto vestido blanco, tanta parola, y el puchero en la lumbre con agua sola»).