Diario de León

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El pasado debate sobre el estado de la comunidad dejó en el aire la oferta del presidente Fernández Mañueco de pactar con la oposición los que serían los primeros Presupuestos de su mandato, ya que, un año después de su investidura, la Junta sigue rigiéndose con los últimos aprobados por el gobierno de Juan Vicente Herrera. Sobre el papel, tras la firma de un pacto para la «reconstrucción» de Castilla y León, tendría su lógica que las prioridades establecidas en ese acuerdo se plasmaran en unas nuevas cuentas de la comunidad consensuadas por los firmantes. Desde ese punto de vista, la oferta de Mañueco va de suyo y, de ser aceptada por la oposición, completaría una jugada perfecta. De un lado, asentaría su imagen como presidente dialogante y de consenso; de otro, una negociacion multilateral le permitiría solapar eventuales discrepancias con su socio de gobierno, dividido de por sí en dos facciones en tensión contenida.

Sin embargo, no parece que la oposición vaya a entrar a ese trapo. Tanto PSOE como Podemos han tardado muy poco en arrepentirse del gran aval político prestado con dicho pacto —de un contenido y alcance muy sobrevalorados— al presidente de la Junta y al gobierno de coalición que preside. La formación morada dice que lo suscribió como un gesto de lealtad hacia la comunidad y viene amenazando con retirar su firma, alegando por cierto incumplimientos que no guardan relación con lo firmado. Por su parte, los socialistas no pueden renegar de lo pactado en una negociación bilateral con el PP, pero son conscientes de que el pacto ha hipotecado el crédito de Luis Tudanca como alternativa de gobierno en la comunidad.

De ahí que lo último que haría Tudanca es pactar unos Presupuestos que desdibujarían aún más su diezmada figura política. Y Mañueco, con su revisión unilateral a la baja del acuerdo del Diálogo Social sobre los trabajadores en ertes, le ha proporcionado la excusa perfecta para no concertar ese pretendido acuerdo presupuestario. De modo que sería de agradecer que no se mareara la perdíz sobre el asunto y que el consejero de Economía y Hacienda deje de ocuparse de lo que no le concierne y se centre en lo que le compete: someter antes de las vacaciones veraniegas a aprobación de las Cortes el techo de gasto para 2021 y tener a punto en el plazo estatutario del 15 de octubre el proyecto de nuevas cuentas de la comunidad. Lo anterior no es mucho pedir. Consiste en que, después de un año al frente de la Junta, el gobierno Mañueco asuma plenamente sus responsabilidades de gobierno, que pasan más que nunca por dotarse a sí mismo y a la comunidad de unos Presupuestos propios y adecuados para afrontar la crítica situación derivada de la Covid. Tan sencillo como eso.

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