Diario de León

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Nuestro escritor de hoy lleva el viaje tatuado en su primer apellido: Quindós. En la séptima planta de este hotel leonés escribí durante una década mis columnas. Pero eso, como diría Kipling, es ya otra historia. Gabriel Quindós presenta este jueves la segunda entrega de su trilogía de relatos. Lo hará en la nueva librería Tula Varona, a las 20,30 horas. Si los de la primera estuvieron inspirados por su estancia en Vietnam, ahora en Caminos desiertos, cielos cercanos (Mr. Griffin) ofrece nueve historias de ficción que Bolivia sembró en él. Viaja solo, con austeridad. Lo suyo no es dandismo cosmopolita, pero tampoco huida a lo Jeremiah Jhonson, quien buscaba en la blancura de la nieve su propia paz interior desgarrada. Si lleva un hotel en el primer apellido, el segundo es un faro: Martín-Granizo. Antes de la pandemia, nos encontrábamos a menudo en la Biblioteca Pública. «Gabriel, ¿conoces este libro?, ¿has visto Lluvia Negra ?». Cinéfilo de amplios gustos. Le puedes comentar que al ver una golondrina te acordaste de Grupo Salvaje , de Peckinpah, sin que te llame loco. Su formación como guionista la hace comprender cuál es el pilar maestro de cada historia. Vuelve a traernos relatos de ficción que son verdad, en cuanto él estuvo allí y los ha creado. No hay paradoja en ello, sus deudas las tiene con la literatura y con la callejuela —a veces, oscura; a veces, iluminada— que llaman imaginación. Su geografía esencial es la naturaleza humana. Críos de las minas de Potosí, un ecologista contra los cocaleros del Chapare, contrabandistas del Antiplano… La mochila del escritor contiene mapas que no se compran en tiendas.

En estos días inciertos, el autor ha encontrado el camino de regreso a las librerías. Si eres auténtico tu literatura también lo es, y ayuda a que tus lectores lo sean. Bienvenido, de nuevo.

En su mochila vital lleva una forma de ser y de estar en la vida, impronta reconocible de esta querida familia leonesa. En efecto, el primer apellido con hotel dentro; el segundo, faro siempre encendido. Me gusta vivir en esta pequeña ciudad, en la que te topas por sus calles con buena gente que además escribe muy bien. ¿Cómo no retornar siempre a León? Al menos, hasta el próximo viaje.

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