Diario de León

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De creer lo que apuntan los sondeos de opinión, lo cual hace tiempo que es mucho creer, el Gobierno Sánchez no sale nada bien parado de su gestión frente a la pandemia. Los españoles creen que reaccionó tarde y mal ante la primera oleada, que volvió a fallar al creer en junio que el virus estaba derrotado y que le ha vuelto a pillar el toro al irrumpir la segunda oleada. Las hemerotecas, fonotecas y videotecas son concluyentes, y Fernando Simón, la cara oficial más visible, está políticamente achicharrado.

Dicho lo cual, y sin que ello sirva ni de consuelo ni de atenuante, no hay gobierno en el mundo mundial que supere este mismo examen. Ni tampoco la Organización Mundial de la Salud, cuya fiabilidad ha quedado por los suelos. Y menos aún, volviendo a España, las comunidades autónomas, responsables de administrar una Sanidad pública a la que le han reventado todas las costuras y de tutelar unas residencias de ancianos convertidas en auténticas ratoneras.

Por fortuna para el Gobierno de la nación, el desgaste sufrido por su deficiente gestión no le ha inhabilitado para seguir ejerciendo, entre otras cosas porque frente a él no se alza ninguna alternativa. No existía antes de la pandemia y no digamos tras la guerra desatada entre el PP y Vox. Y hasta tal punto lo sabe Sánchez que se ha permitido aceptar a Bildu como compañero de viaje para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado, que constituyen la reválida que le permitirá consolidar su Gobierno para toda la legislatura.

Aunque la vieja guardia del partido se sulfure y algunos presidentes autonómicos se vean impelidos a secundarla, en La Moncloa no le hace ascos a la colaboración del partido de Arnaldo Otegui, cuyo apoyo ya se pactó, recuérdese, para sacar adelante la última prórroga del anterior estado de alarma. En aquellas fatigas parlamentarias radica sin duda la actual estrategia de ‘cogobernar’ la lucha contra pandemia con las comunidades autónomas, que, a diferencia de lo ocurrido durante la primera oleada, ahora son corresponsables, si es que no las máximas responsables, de las restricciones en curso. Los confinamientos perimetrales, el cierre de la hostelería y demás medidas restrictivas han pasado a ser cosa de cada gobierno autonómico. A partir de aquí los sondeos nos irán diciendo como valoran los ciudadanos la gestión de cada administración frente a la doble crisis sanitaria y económica. Cada palo aguanta ahora su vela.

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