Diario de León

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Se nos dice que este año la cena de Nochebuena será más triste, por las restricciones para reunirnos. Sin duda, no podrá ser como antes, pero no lo convirtamos en tragedia. La ausencia es otra forma de presencia, nos enseña el amor. Lo saben bien todos aquellos que han perdido a sus padres. Ellos están siempre no solo con nosotros, sino en nosotros. Somos ellos, y lo mismo ocurre con los vivos. Unos espacios temporalmente vacíos, aunque sea en la mesa de Nochebuena, no deben ser percibidos con dolor. Tampoco es malo derramar unas lágrimas, y las nuevas tecnologías ayudan a que todo sea más llevadero. Y ¿por qué no celebrar de la Nochebuena en marzo o en julio? cualquier mes es válido para un feliz reencuentro. Las fechas —incluso las sagradas— son solo referencias, marcas en un calendario, lo importante es la Verdad. Si las administraciones marcan normas restrictivas es para protegernos, ¿qué interés van a tener en perjudicarnos o en que sectores de la economía se vean perjudicados? Nadie está demonizando a nadie, salvo en cierta demagogia interesada. Colaboremos siendo responsables con directrices y normas, porque el sector sanitario no podrá ayudarnos si no ponemos de nuestra parte. El virus no combate de acuerdo a nuestras reglas, sino a las suyas propias. Cumpliendo con las restricciones podremos seguir celebrando con júbilo las Navidades, pues lo que más importa no depende de lo presencial en su sentido físico. Celebraremos que Él ha nacido. Celebremos que nos amamos, y que lo invisible está.

Sí, que algunas sillas queden vacían esta Nochebuena en casa no significa que ellos no estén sentados allí. La tristeza no es eso. ¿Necesitas ejemplos? Cerca de ti hay personas a las que nadie llamará; entre ellas, quizá, algunas a las que conoces de toda la vida. No vaya a ser que venzas al virus, pero en la batalla te derrotes a ti mismo. Llama.

Pese a las ausencias, estaremos todos sentados alrededor de la misma mesa familiar, con nuestros muertos y con los vivos. Nadie faltará. La Nochebuena consiste también —o sobre todo— en tenerse y proclamarlo, en la proximidad o desde lejos. Y en una silla vacía en la que siempre hay y habrá alguien sentado…. aunque aparentemente no esté.

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