Diario de León

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Me lo recuerdo con frecuencia: he tenido mucha suerte de haber nacido en el lado bueno del mundo. Y más en tiempos de pandemia. Ya lo decía Pau Donés en su canción El lado oscuro . Muchas cosas cambian en función del lugar en el que te haya tocado nacer. Una lotería. Así de injusta es a veces la realidad.

Vivir en la cara mala del mundo significa, por ejemplo, no tener acceso a la vacuna contra el coronavirus. O, al menos, no de la misma forma que la nuestra. Un indicador más de la enorme brecha entre los países ricos y los pobres. Nada nuevo. Pero esperen, que hay más: las naciones con ingresos más altos, que son el 14% de la población mundial, han acaparado el 51% de las 7.000 millones de vacunas. Lo dice la revista British Medical Journal y a mi se me pone la piel de gallina . De hecho, una gran parte de Latinoamérica, por ejemplo, no tendrá acceso a las vacunas hasta bien entrado 2021 o incluso 2022.

El dinero cada vez se concentra en menos manos: 26 personas concentran la misma riqueza que la mitad más pobre de la humanidad. ¿No es de locos? Y no se detiene la desfachatez, porque unos 235 millones de personas necesitarán ayuda humanitaria en el año que está apunto de llegar, lo que supone un 40 por ciento más que en 2020, debido a las emergencias que ha causado en el planeta la pandemia, aunque también por el impacto del cambio climático o los persistentes conflictos.

No es una cuestión meramente económica ni un asunto menor. Unicef asegura que en pocos años puede emerger una ‘generación perdida’ de niños por la situación que vive ahora el mundo y que amenaza con causar daños «irreversibles» a la educación, la nutrición y el bienestar de la infancia de todo el mundo.

Pero, como suele pasar, aquí cada loco con su tema. Es muy nuestro que cada uno vaya a lo suyo. Miramos nuestras cifras, las previsiones de nuestra economía, los datos de los ertes o a quienes les pondrán las primeras vacunas sin importarnos un pimiento el hecho de que nuestra realidad no es la única que existe. No es un problema de otros, es un problema de todos. De todos nosotros. Es una cuestión de igualdad de oportunidades, algo que apenas existe, aunque nos encante hablar de ello. Así le va a este mundo, que no está enfermo sólo de covid.

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