Diario de León

Alfonso García

Primer finalista del Planeta

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Dicen que la desmemoria es una de las grandes enfermedades de nuestros días. Posiblemente. Para evitarla en alguna medida, traigo hoy a estas hojas el nombre del primer finalista del Premio Planeta, cuya septuagésima edición se falla precisamente el próximo viernes, día 15, en Barcelona. Al recordatorio del acontecimiento literario en lengua española de mayor calado se une en esta ocasión, por cercanía y significado, la reciente muerte del primer finalista del premio: Severiano Fernández Nicolás (Montejos, León, 1919) falleció el pasado 2 de septiembre a los 102 años de edad.

La primera convocatoria del Planeta se falló en Madrid en 1952, con una dotación de 40.000 pesetas. La novela ganadora, En la noche no hay caminos, estaba firmada por Juan José Mira, seudónimo del jiennense Juan José Moreno, miembro clandestino del Partido Comunista en Barcelona. Tierra de promisión, la finalista, respondía a la autoría de un leonés que ejercía como Secretario de Juzgado en Madrid: Severiano Fernández Nicolás fue ese mismo año, curiosamente, finalista del Nadal con La ciudad sin horizontes. «Soy el eterno finalista», dijo en alguna ocasión, lo cual no es del todo cierto. Y es que Fernández Nicolás siguió con su intensa actividad creativa y literaria, esta analizada con finura y precisión por Natalia Álvarez en su tesis doctoral. Sirva de anécdota de los dimes y diretes del premio de 1952 el hecho de que el leonés no fuera ganador por los problemas que hubiese planteado a la política pantanera del franquismo y el consiguiente enfado del dictador. Dicen. La novela mostraba la cara más negra de la fanfarria de los pantanos, en concreto por la construcción del embalse del río Luna, lo que provocará la oposición familiar entre padre e hijo, enfrentados por dos actitudes vitales distintas.

Tierra de promisión es una novela convertida en tal desde un relato previo, por consejo de un magistrado amigo. Forma parte del grupo de novelas amparadas bajo la denominación del llamado realismo social característico de la época. En ella late un hondo sentido humanista, la literatura como reflejo de la vida.

Motivos más que suficientes para su lectura, junto a las que serán premiadas el próximo viernes. La lectura también es una fiesta.

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