Diario de León

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Agitó el lodo del estanque de mis recuerdos un documental de  Rtve  el domingo sobre el flamencazo Bambino, cantaó de copla rumbera, bulera y desgarrada. Le conocí en su fulgor en 1973 viéndole varias veces como artista encabezando el pase artístico de coristas, magos o pilinguis de la sala de fiestas  Universal , aquel bar/restaurante muy decente y transeúnte por el día que alojaba por la noche un sótano de pecado cabaretero, lentejuelas, concejales mancos y tenderos ladrilleros de güinston y dipón de oro, envuelto todo en una espesa atmósfera de humo sólido y ambientador abrasivo para disimular el tufo de su mal saneamiento y del contiguo urinario público al que daba miedo bajar por siniestra escalerilla dando al río. El Universal nocturno era como una estación de juerga y puterío a la entrada de ese puente con leones que da salida a la ciudad hacia una estación del Norte que Guzmán señala invitando a irse a quien no le guste León, que resulta ser más que nadie el propio leonés al que no le gusta nada o poco cómo rulan por aquí las cosas, originándose así una despoblación que ya nunca cesó, ¡puto Guzmán dando ideas!, estatua que sin embargo saludaba de madrugada a tanta gente «contenta de ser de aquí» saliendo del cabaré sin haber entendido el desgarro existencial de un Bambino al que llamaban maricón viendo que le adoraban las mujeres todas desde su puta a su santa, porque le entendían y llorando con él derribaban la pena y  esa maldita pared que separa tu vida y mi vida .

A Bambino le mató el humo, la Movida y la izquierdina tocha que veía franquista al flamenco, así que el documental fue una justa exhumación de cuneta para volver a considerarle como un Camarón o un Morente yendo a las fronteras del cante para facilitárselo al pueblo. Con razón le dicen  artista de artistas, ídolo en bares de carretera, una suerte de Lorca por bulerías, un estilo inimitable, irresistible magnetismo escénico y desgarradora personalidad, un gigante de la música del siglo XX .

Seguro que en León, el otro día, alguna magdalena ya viejita lo lloró.

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