Diario de León

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Italia siempre encuentra un roto para un descosido; hasta cuando juegan los once de la Lega Norte contra once del Cinco Estrellas, ganan los democristianos; el PSOE lo sabe, porque así se abrasó Bettino Craxi. En Italia se puede bajar el impuesto del combustible sin que te envíe un motorista el Consejo de Europa. La disculpa excelente para dilatar las acciones que pide un país asfixiado por la tasa de fiscalidad. Ocurre cada vez que los políticos le dedican un ripio a los contribuyentes, cuando creen que le hablan a gilipollas y fanáticos embravecidos por el dinero, y narcotizados por la ideología. De ahí, resulta que haya gente cómoda con el gasóleo a dos euros el litro entre sueldos alejados de la media europea, distantes de lo que le llega a la nómina a los alemanes y los holandeses, si queda Holanda o es Países Bajos, y si dos euros dan de sí para llegar a fin de mes en el tercio peninsular igual que en el valle del Rin; o se da el caso de que se pagan a gusto porque está interiorizada esa función generosa del activista sicario, que es aportar al bote común para que lo administre el Gobierno, que es el objeto social del estado del bienestar. La subvención y los impuestos. Otros pagan con gusto los dos euros por litro en la gasolinera para joder a los marqueses, o porque aún en este tercio norte, esquina noroeste, tienen un sueldo como en el Rin; en tal situación, es posible que no pertenezcan a la clase de fachas y ultra derecha que coincide cada día en la cola de la gasolinera para gloria de la cuenta pública debilitada por el déficit, el gasto disparado y los fastos que rebozan los billetes cuando son de los otros. Aquí, la cita semanal de esta columna, en honor a Margaret Thatcher, que alertó del sistema político que nos tiene entre manos fracasa siempre cuando se acaba el dinero de los demás. Ya no puede faltar mucho. La Rai inventó Domenica In para atacar la otra crisis del petróleo, porque la gente se quedó sin ir a la playa, a tostar la mirada con las puestas de sol en Rimini y Costa Esmeralda, si en costa Esmeralda llega a caer el sol, y el Estado necesitaba aplacar a la masa. España se saca de la manga un vale por un Fortnite. Sería maravilloso poderlo canjear por gasolina. 46 años después, Domenica In sigue en antena. Ojalá que con el bono cultural tengamos más suerte.

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