Diario de León

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Tiene maldita gracia que lamenten ahora el precipitado desmantele de las térmicas que podrían seguir generando una energía que hoy nos niega el gas ruso por las nubes, la política europea por los suelos y la Internacional del Calambrazo por doquier. Así las cosas, la eólica, la solar y la hidráulica (la nuclear aún da pavó) se alzan como únicas alterntivas para relajar la gran dependencia energética de España, apercollada por el trust eléctrico y por la madre que lo parió teniendo cama en cada gobierno y país. Pero en estas nos viene Juan Pedro Yllanes, vicepresidente del gobierno balear, y declara que « una eléctrica pública es crucial para bajar los precios ». A buenas horas lo de crucial... ¿le llamamos Mangas Verdes y le regalamos unas antiparras a ese lince?...

Tuvo que venir la tronada estremecedora de esta crisis energética mundial para que se acuerden de la patrona antitormentas y le echen el conjuro:  Santa Bárbara bendita que en el cielo estás escrita con papel y agua bendita, en el ara de la cruz, paternóster, aménjesús ... y a la Virgen de la Cueva, que nos lluevan kilovatios nacionales. Que los españoles puedan ser dueños de algunas energías que produce España no parece algo contra natura, ni un submarino bolchevique, ni económicamente un disparate, bien al contrario. Y lo mismo que debería haber una eléctrica pública nacional como reclama el político balear y la nación sensata, ¿no podrá haberla también municipal o provincial, empresa pública que a sus ciudadanos les haga copropietarios del agua en saltos, del viento en molinos o del sol en placas? Sobrado está León de estos tres elementos y muchos pueblos tendrían mañana soberanía energética y hasta regalarían luz para repoblarse o, al menos, alejar la muerte. ¿Por qué un ayuntamiento no puede ser empresa eléctrica con su pequeño salto hidráulico, su huerto solar o sus molinos?... ¿No es raro-raro que ningún partido lo plantee aquí y ni un solo pueblo lo intente?... ¡Rebélate, pasmao!, le urgió ayer Valentín López Soñador a su alcalde paramés, que es todo un pasmao, de verdad.

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