Diario de León

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La liberación de las tierras de barbecho para amortiguar la falta de materias primas provocada por la invasión de Ucrania aprobada por el Ministerio de Agricultura está cambiando muchos de los paisajes de León.

Allí donde antes había maleza, o en esas tierras hasta ahora descartadas para otros cultivos y que los agricultores dejaban en barbecho, obligados por la actual normativa, florecen mayormente girasoles que han teñido de amarillo muchas de las vegas de León, y que nos evocan a paisajes de otros lugares más o menos lejanos.

Ahora que podemos disfrutar de esta espléndida imagen, en las cunetas de las carreteras, es inevitable preguntarse porqué ha tenido que estallar una guerra para que ver en nuestros campos esta singular belleza.

Hasta ahora los agricultores estaban obligados a dejar un porcentaje de sus tierras en barbecho atendiendo así a las incomprendidas por los hombre de la tierra —y ahora me explico porqué— normas medioambientales impuestas por Europa, lo que se conoce como ‘greening’ o pago verde. También es cierto que muchas de ellas eran directamente descartadas por el agricultor por ser malas o poco productivas.

El greening es una herramienta de la PAC que pretende incentivar las buenas prácticas medioambientales en los cultivos. Consiste en dejar un porcentaje de tierras de barbecho, con cultivos fijadores de nitrógeno, que van desde leguminosas de consumo humano como judías, garbanzos o guisantes hasta forrajeras como la alfalfa, superficies forestadas o superficies dedicadas a agrosilvicultura. Ahora, esos terrenos están rebosantes de girasoles, cultivo por el que en estos momentos se pagan precios históricos, lo que no solo se traduce en beneficios para el agricultor, sino que también es una manera de poner en valor esas tierras y rescatarlas de la maleza y el abandono, voluntario o no.

Por eso digo yo que ahora entiendo a los agricultores más que nunca, porque no veo que daño puede hacer al medio ambiente aprovechar las tierras para lo que son, para producir. El pago verde no me convence, los caminos de girasoles sí. Espero que lleguen para quedarse, y que mientras tanto se acabe la guerra en Ucrania que les hizo florecer.

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