Diario de León

Editorial | En Trobajo sólo se admite el soterramiento

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La presidenta de Adif, el ente gestor de las infraestructuras ferroviarias, conocerá hoy de primera mano la situación que vive el municipio de San Andrés del Rabanedo, y la amenaza de que se perpetúe la división que sufre la localidad de Trobajo del Camino por la vía del tren. La alcaldesa Camino Cabañas y el concejal de Hacienda, Benjamín Fernández, tienen una oportunidad de oro que no deberían desperdiciar. Llegan con un amplio respaldo social, tanto de su municipio como de la capital, tal y como se comprobó en la convocatoria realizada en días pasados. También resulta ilusionante la postura mostrada sobre este asunto por la alcaldesa. Cabañas lo dejó claro hace unas semanas: «Si tiráis el puente, te saco 10.000 personas a la calle». Una cifra que tiene un fondo mucho más profundo de lo que puede parecer, ya que esa cifra se ha superado en la recogida de firmas contra el polémico puente de Trobajo y reclamando el soterramiento.

La máxima responsable de Adif, la gallega María Luisa Domínguez, es la persona clave para desatascar los incontables problemas y agravios que sufre la provincia de León. Hoy toca hablar de Trobajo. Pero hay una importante acumulación de conflictos que deberían ser transmitidos por otros responsables de instituciones locales como lo hará Cabañas.

De momento, el paso clave que debería surgir hoy es un compromiso de que se revisarán los errores y deficiencias evidentes que plantea la actual planificación ferroviaria, que está poniendo en marcha el Gobierno central. Se trata de una auténtica ‘carrera de obstáculos’, que empieza por el soterramiento que no se culminó al recortarse en un kilómetro. Pero, además, en el municipio de San Andrés está pendiente la eliminación de los pasos subterráneos de la calle Príncipe, el punto negro de la calle Orozco, la salida sur alternativa a la N-120 o la polémica pasarela azul para el tránsito de peregrinos y la conexión interna de Trobajo. Una estructura similar a la que en su día fue colocada y cerrada en la calle Quebrantos envuelta en un gran rechazo del vecindario. Y sigue ahí la auténtica barrera que supone el elevador de Limonar de Cuba. O el puente de San Juan de Dios, aún pendiente de conclusión.

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