Permear la muralla
Hay demasiados vacíos en León, vacíos que se levantaron por la especulación y la corrupción y que a día de hoy hacen que la ciudad tenga aún brechas que impiden que podamos fluir, trascenderla. En las primeras películas de Disney, Mickey Mouse luchaba contra las cosas, que siempre tenían aristas, que nunca dejaban de resultar un enemigo a batir. Ocurría también en las películas de Chaplin, en las de Harold Lloyd... parecía que el mundo conspiraba contra el hombre, que nunca encontraba su sitio. Hoy las cosas han cambiado y todo parece estar de nuestro lado, las cosas, quiero decir, son suaves y se acomodan a nosotros, tanto que en ocasiones parece que son una prolongación de nosotros mismos y podemos atravesarlas, poseerlas sin esfuerzo. León es una excepción. Tiene poca permeabilidad. Te obliga a parar cada poco... semáforos, monumentos, el dichoso tren, el río... hay multitud de espacios muertos que te sajan el paso, que te fuerzan a dar rodeos en una especie de vuelta atrás en el tiempo que nos recuerda la escena del reloj de El hombre mosca .
La muralla es una de las fronteras más visibles de León, una de las construcciones que impide la permeabilidad, una asignatura pendiente de todos. Usurpada en la mayor parte del lienzo, permanece escondido en la mayor parte de su recorrido a pesar de ser un bien demanial y pertenecer al ministerio de Hacienda, el que todo lo ve, ese al que nadie puede esconderse ¿Por qué, entonces no se ha limpiado de toda la costra que aún la okupa?
La próxima inauguración del tramo en la Era del Moro no puede hacernos olvidar que sigue tapiada en Ruiz de Salazar, que aún hay establos en la carretera de los Cubos y en la calle Serradores, que su estructura actúa a modo de estructura habitacional por el Obispado, que todos hemos pagado restauraciones que unos pocos privilegiados disfrutan. Hay que decidir cuanto antes si queremos que la muralla se convierta en parte de la solución o del problema y cómo convertirla en una experiencia que tengamos de nuestro lado.