Diario de León

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Sólo desde una fina ingeniería delincuente, y por tanto mafiosa, puede entenderse el fenómeno del empresario leonés Victorino Alonso a quien el juez acaba de perdonar una multa de 25 millones de euros y su ingreso en la cárcel por la fechoría insolente y alevosa perpetrada en el yacimiento neolítico de la Cueva de Chaves de incalculable valor histórico, paraje que se encuentra dentro de su finca de caza Bastarás, tan grande como dos mil campos de fútbol, yacimiento que a lo bruto destruyó para instalar un abrevadero de cabras destinadas al cartuchazo. Aleccionadora sentencia. Se fundamenta el juez en que el condenado ha pasado tres años sin delinquir, condición que le puso entonces para obtener el indulto que ahora le tiene en la calle más ancho que largo.

Y como sostiene que no ha delinquido engordando aún más su largo rosario penal, queda exculpado de tanta evidencia y flagrancia. Todo el historial delincuente previo y sistemático desde sus comienzos no se considera en absoluto; y hacen falta cartapacios para resumirlo: ventas a la térmica de La Robla de carbón inglés mezclado con escombrera haciéndolo pasar por propio de su mina en la Valcueva, chantajes a los gobiernos para acaparar subvenciones, huelgas patronales con apoyo de sindicatos (pagó incluso una nómina del asturiano Soma-Ugt o agasajaba aquí a un tal Anatolio), adquisición sospechosa de la MSP con crédito político (presidiendo CajaEspaña el Psoe le facilitó los cuatro mil millones al efecto y viejos cargos socialistas acabarían empleados ahí), cambalaches en compras de material polaco que se autovendía inventándose empresas, delitos mediambientales, extorsiones en la ampliación de sus salvajes cielos abiertos... en fin, más delitos que El Punteras, sin contar su permanente condición de insolvente para eludir las pensiones alimenticias a su familia aunque los papeles de Pandora le sitúan forradísimo en entramados de paraísos fiscales, todo lo cual no impidió que el juez le recete ahora un certificado de buena conducta. ¿Justicia, señor?... ¡hay que joderse!...

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