Diario de León

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Las cifras, todas las cifras, son un asco si no llevan corazón. Y se me arruga el alma cuando vienen noticias diciendo que en lo que va de año ya son mil -cifra redonda- los muertos entre los inmigrantes que buscan alcanzar Canarias desde las costas africanas. Mil muertos. ¿Y qué? ¿Mil es una cifra enorme, escasa o aceptable? No importa, es tan sólo una cifra. Y no son de los nuestros, tienen otro dios, otra raza... y tienen un hambre delincuente. Ni siquiera tienen nombre. Y aquí es donde esos mil desgraciados vuelven a naufragar, esta vez en nuestro plato, pero no nos sabrá a muerto la sopa si cambiamos pronto de canal. ¿Qué son mil desheredados?... Ni siquiera nos conmueven los críos o bebés que van con ellos, echándoles entonces la culpa a sus padres por arrastarles a una travesía ilegal y peligrosa. ¿Lo vemos quizá como ese tributo obligado que pagan a los cocodrilos los tropeles de ñus que migran en el Serengueti cruzando desesperados el río Mara?...

Las elecciones en Suecia acaba de ganarlas una derecha y sus extremos cuyo primer lema es la antiinmigración. Los suecos se cansan de dar albergue a refugiados y buscavidas, dijeron en campaña ganándose el aplauso y el voto. Esos mil muertos son allí una cifra aún más gélida que aquí; y hasta asienten o se alegran de que el destino aborte el problema aquí y se lo aleje, pues España es también la puerta del emigrante que busca ese norte europeo. Y en lo mismo está la extrema derecha italiana en puertas de ganar las elecciones del día 25 encumbrando a su lideresa Georgia Meloni (Melones). ¿Y se alegrará aquí el ultravox ibérico de tanta tragedia? Es probable si el extremoso piensa, como predica, que un intolerable porcentaje de esa inmigración viene a robar empleo o a delinquir y violar o, sencillamente, se dedicará a mamar ayudas de la marrana estatal, de modo que cree que en su pecado migrador llevan la penitencia que les reserva la Providencia, ¡difuntos que Dios perdone!... ¿y no le sale una leve compasión al menos?... ¡que les eche el responso el capellán de los progres!, dirá.

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