Diario de León

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Terraplanistas de toda España se han juntado en Menorca para defender que la Tierra no es redonda. Que el mundo no es como nos lo han contado.

Reunidos en un cine de Ciutadella, ciento setenta personas se han quejado estos días de que los tratan como a vulgares conspiranoicos —combinación de los términos conspiración y paranoico— y aseguran que todo el mundo tiene derecho a pensar lo que quiera.

Faltaría más.

Entre ellos hay gente convencida de que la humanidad nunca ha pisado la Luna y la estación espacial internacional es un mito. Que la tierra firme se acaba en un abismo en el mar. Y es mejor no acercarse.

Todo muy cabal.

Leo en eldiario.es que hace menos de dos años, uno de los líderes del terraplanismo internacional, el norteamericano Mike Hughes, llegó a construirse un cohete casero. Un cohete con el que pretendía volar a más de mil quinientos kilómetros de altura para comprobar con sus propios ojos que nos están engañando. Que la Tierra no es redonda. Y el cohete se elevó, se elevó, se elevó, hasta estrellarse en el suelo. Hughes falleció.

Dicen los terraplanistas reunidos en Menorca que a ellos se les ha caído la venda de los ojos. Y han visto la verdad.

Eso de la venda que se cae de los ojos es una frase muy socorrida que lo mismo sirve para negar el cambio climático y la pandemia del coronavirus que para proclamar, en un alarde de misoginia, que todo hombre tiene derecho al sexo y las mujeres se lo niegan a los feos, como hacen los incels (célibes involuntarios).

De nada sirve que la sequía nos deje sin agua. Que nos azoten las tormentas y el deshielo eleve el nivel del mar. De nada sirven las olas de calor. Ni los fallecidos en las residencias, ni los vecinos, la familia, los amigos que han enfermado gravemente de coronavirus. De nada sirven los avances científicos cuando hay necios —aquel que se regocija en su ignorancia— que defienden que la Tierra es plana y en el mar hay un abismo cinco siglos después de que Magallanes y Elcano dieran la primera vuelta al mundo.

Y claro que todo el mundo tiene derecho a pensar lo que quiera.

Faltaría más.

Otra cosa es que haya que tomarles en serio.

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