Diario de León

Creado:

Actualizado:

Como el corrillo entró en pausa, Peláez se aprestó a leernos una encandilada y bien trabada noticia digital de López de Uribe contando las fascinantes teorías lanzadas por César García Álvarez, profesor de Historia del Arte de esta universidad, sobre los símbolos ocultos del Santo Grial y otros mensajes secretos que al parecer Gaudí dejó encriptados en su Casa de Botines, originalmente «de Botinás», pues Homs y Botinás apellidaba el próspero comerciante catalán asentado en esta ciudad y co-promotor con Mariano Andrés de esta sensacional casa goticista encargada como gran comercio abajo y viviendas encima, las dos principales para los dueños (cada cual con su escalera) y las de arriba para alquilar. Sólo gracias a Botinás aceptó Gaudí el proyecto, pero la mofa popular le premió motejándolo como Botines y aquí sigue vivo ese menosprecio cazurro hijo de la envidieja.

Conforme iba leyendo las fantásticas ideas de este profesor, las caras del corrillo pasaban del asombro al estupor y de la coña a la risa; incluso a Otavito se le colapsó en el gañote la cerveza y casi nos bautiza a todos al oír que hasta la lanza de Longinos está insinuada en un torreón esquinero. Y después, vuelta a los griales, a la leyenda artúrica, a los esoterismos y mensajes cifrados en ese Botines que el profesor bautiza como Casa del Dragón, sin duda por el lagartón que está apuntillando el san Jorge de la fachada. Llega incluso a asegurar que gracias a León sanó Gaudí de males que arrastraba y sufrió aquí una mutación espiritual. La releche mística. Ah, y que también asoma ahí lo templario, por si faltaba algo. Lo de Sócrates fue elegante esgüeve, pero se puso práctico: divulgad esas teorías, que cunda la magia potagia y el número de crédulos alentará el sueño hostelero de esta ciudad, la que más bares tiene de toda España. ¿Y qué diría a todo esto el propio Gaudí, que no es el que está sentado en bronce frente a Botines, pues ya todos saben que ese sólo nació para Oviedo como Leopoldo Alas «Clarín»?... ¡Cuidadito, Gaudí, que te encaloman intenciones!, le advirtió el profesor.

tracking