Diario de León

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El fiasco de la ley del «solo sí es sí» es una losa para el Gobierno de Pedro Sánchez. El Consejo de Ministros está de nuevo abierto en canal. Lo curioso es que Irene Montero, tras los ataques de Vox la pasada semana en el Congreso, se siente lo suficientemente fuerte como para que los morados hayan puesto su maquinaria a funcionar ensalzando su figura y hasta vuelva a hablarse de la operación ‘Primera Dama’. Esto es, el intento de auparla a la condición de lideresa del espacio a la izquierda del PSOE. O eso, o estamos ante otra vuelta de tuerca en el pulso abierto con Yolanda Díaz. Podemos, en este momento, mantiene en el aire apoyar o no a la vicepresidenta como candidata.

La batalla tiene todavía ante sí muchos capítulos por escribir. Incluso por reescribir. Hablamos sobre todo de cuotas de poder en lo que todavía es el futurible llamado ‘Sumar’. El mero enunciado del apellido Montero es desestimado por la vicepresidenta segunda, convencida como está de que los rechazos que despierta la ministra de Igualdad en el conglomerado de Unidas Podemos la descartan y, desde luego, no le permiten hacerle sombra. Montero no contaría con apoyos ni en En Comú ni en Izquierda Unida. «La mayoría estamos con Yolanda», repiten. Demasiados enemigos tiene Irene Montero para pilotar nada al margen del menguante Podemos.

Con todo, Montero está blindándose políticamente como mártir de la izquierda y evitando toda responsabilidad de su chapuza legislativa. Enfrente, Díaz quiere dejar claro que su personal proyecto no tiene marcha atrás y, por tanto, mantiene intacta su hoja de ruta hasta desembocar a primeros de 2023 en el previsible anuncio de ser ella misma candidata a las generales. «Sumar no es el complemento de nadie», gusta decir la también titular de Trabajo. Sin embargo, sobre el contenido político e ideológico de su plataforma la incógnita prosigue. Más allá de algunas frases enlatadas, Sumar sólo es la propia Yolanda Díaz.

Además del caos que es parte del ADN de las formaciones de ultra izquierda, los choques por el control de la marca y la guerra de «egos» imperan como herencia de Pablo Iglesias. En realidad, Irene Montero siempre aspiró al liderazgo del espacio confederal, repartiéndose el juego con su «hermana» Ione Belarra, sobre el papel secretaria general de los morados. La partida contra Díaz sigue en marcha. Y a estas alturas, ya hasta Iglesias, «verso libre» desde que dejó el Gobierno, ha entrado a saco contra ella.

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