Diario de León

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Con la presentación del Plan de Calidad Institucional, Alberto Núñez Feijóo pasa a la ofensiva. Ha ocupado los medios y ha marcado la agenda política. Sus 60 medidas son una rectificación a la deriva de Pedro Sánchez. El líder del PP ha propuesto un cambio regenerador para el país. Y también un sutil juego de alternancias, cuyas consecuencias no han sabido medir en La Moncloa ni en Ferraz. O bien, si las han percibido, su debilidad partidista les impide considerarlas, pues estarían obligados en la mayor parte de las plazas a sumar otras fuerzas para pisar moqueta. Así que han preferido chocar con la incómoda realidad de los pactos antinatura del sanchismo que Feijóo ha querido remover.

La propuesta del mandatario gallego para que gobierne la lista más votada ha hecho reverdecer en la memoria ciudadana el tipo de compañeros sectarios con quienes viaja quien debería ser el presidente de todos los españoles. Coloca en el cuadro, de nuevo, que Sánchez es la guinda de un amargo pastel hecho con acreditados enemigos de España deseosos de tumbar la Constitución.

Podemos, ERC o EH-Bildu han puesto en fuga a un electorado de izquierdas desconcertado por las fijaciones del jefe socialista. El desgaste que va acumulando la figura del presidente acelera el rechazo de sus votantes. Más de medio millón de votos antiguos del PSOE, me afirman en casas serias de encuestas, han pasado ya al PP. Poco me parece. Estos mismos gurús demoscópicos hablan de un «proceso irreversible» que llevará a Feijóo a La Moncloa.

Los números mandan. Los bloques han saltado por los aires en favor de la centralidad que representa el líder popular. Caen al unísono los soberbios morados y los de la rosa marchita. Y Sánchez, a decir de los suyos, puede ahorrarse la propaganda porque no cala en la gente y despierta rechazo. Los cimientos se tambalean. Mientras, Ferraz se agarra al milagro de una movilización de la progresía, que sigue sin entrar en calor. Por eso, después de la artificial controversia montada contra Castilla y León, han alargado la tramitación parlamentaria de la ley del aborto, a ver si suena la flauta.

El cuartel general socialista tiene la máquina de picar carne funcionando a toda marcha contra Feijóo. Es el reconocimiento de su desesperación. Cuando todo falla, en lugar de defender nuevas propuestas o la gestión del Gobierno, se dan palos al rival. Y eso que los gritos contra Ayuso y Moreno llenaron las urnas del PP... Pero el PSOE tropieza siempre en el mismo Pedro.

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