Diario de León

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Soledad es una palabra con tantas acepciones que necesitaríamos un diccionario enciclopédico para registrarlas todas. A la vez, como la lluvia, cambia la intensidad o su frecuencia pero es idioma universal. Leo en El País que en España ha aumentado de forma alarmante el número de personas solitarias, especialmente tanto en la población joven como en la anciana. Y eso es mucho dolor en nuestras calles. ¿Difícil solución? A veces, bastaría con descolgar el teléfono, con conducir unos kilómetros. A veces, no puedes liberarte de tu propia soledad, pero sí puedes liberarle a los demás de la suya o aliviarsela. Ahí está la maravillosa labor del voluntariado. Y sí, la soledad es como la lluvia. A veces, te coge a resguardo; otras, toca correr. A veces, se te mete en los huesos; otras, basta con cambiarte. Días después, en el mismo periódico, se nos informa desde un titular: «El lunes ya no es lo peor. ¿Qué ha pasado para que el domingo sea el peor día de la semana?». Y me acordé de una vieja canción de Kris Kristofferson, Sunday Morning Coming Down: «Cruce la calle vacía/ Y atrapé el olor dominical de alguien friendo pollo/Y me llevó de vuelta a algo/que de alguna manera había perdido en algún lugar del camino». Y más adelante, como jirones de una convicción, irrumpe el célebre estribillo: «Porque hay algo en las mañanas del domingo/ que hace que tu cuerpo se sienta solo». Pero nuestra soledad no es culpa del día, ni de la hora, y casi nunca de ti mismo. «Luego me dirigí a casa/ y en algún lugar sonaba una campana solitaria».

La soledad es un lugar que no viene en los mapas. Fácil de llegar, difícil de salir… solo. Y el amor es la brújula. Siglos antes, escribía Lope: « A mis soledades voy/ de mis soledades vengo/ porque para andar conmigo/ me bastan mis sentimientos». No es así, no bastan. Y también él escuchó la melodía universal: «Oigo tañer las campanas/y no me espanto, aunque puedo».

León es ciudad de proporciones humanas, en cuyas calles puede toparte con un amigo. ¿Está solo y no lo sabías? A veces, una mera sonrisa cura o alivia. Todo es misterioso, pero simple. ¿Por qué? Solo soy un juglar de columnas, canto las preguntas pues no tengo sus respuestas. Aunque las sospecho.

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