Diario de León

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La verdad es que el escenario ya parecía en sí una nave espacial; que, poco a poco, nos metimos en el papel y creímos, por un momento, viajar a la Luna. A ratos de la mano de Pablo y Sara y, por un instante, abducidos por los marcianos, como el tío Fimo de Luis Mateo Diez. La verdad es que es muy estimulante que un leonés como Pablo Álvarez empiece esta semana sus entrenamientos en Polonia como astronauta y que, junto con una leonesa como Sara García, sea de las personas en las que la ESA (Agencia Espacial Europea) tiene puestas las miras para un paseo por la Luna que envidiará el mismo Neil Armstrong.

La verdad es que todo esto es muy bonito y nos alegramos por estas dos jóvenes promesas interestelares que en el Palacio de Exposiciones recibieron el título de Leonés del Año 2022 de Radio León Ser, que han sido distinguidos como Hijos Predilectos de la Ciudad de León, agasajados en sus pueblos de origen y ovacionados en la universidad.

La verdad es que la provincia, que tiene un río, unas montañas y unos valles que se llaman Luna, que antaño amasaron riqueza con la merinas y la mantequilla, se parece cada vez más a un planeta desierto. La verdad es que a muchos de nuestros hijos o hijas, sin ser ‘astroleonautas’, o ya los tenemos lejos o nos resignamos a que se vayan algún día.

La verdad es que nos gustaría que se ganaran la vida con sus flamantes títulos universitarios o de formación profesional y no de camareros con jornadas muy por encima de sus contratos o como teleoperadores exprimidos durante seis horas de llamadas sin freno. La verdad es que mucho nos tememos que los hermosos paseos ganados en la ciudad —por donde discurría la vía del tren y ahora asoman los pulmones de colorines de la nueva estación subterránea o a la vera de la Muralla romana, que ya no está escondida— queden para goce y disfrute de los marcianos que descubran Pablo y Sara.

La verdad es que más vale que bajemos de la Luna y nos pongamos a imaginar otra provincia posible, a apoyar, visibilizar y hacer partícipe de las políticas públicas a la juventud que se queda. A esa inmensa minoría que sostiene proyectos lunáticos en esta tierra tan dada a las alabanzas de lo ajeno y tan desapegada con los propios.

La verdad es que podemos seguir subidos a la nave espacial de Pablo y Sara, de corazón, para impulsar su éxito, pero debemos pilotar esta nave llamada León. La verdad es que Pablo y Sara tienen la Luna al alcance de la mano, como dijo César Dopazo; pero muchas sueñan con volver a León, como dijo Sara. Así que, ya que no logramos la sede de la Agencia Espacial, deberíamos hacer de León la sede del retorno del talento. Y disfrutar del viaje.

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