Picasso, don y carga
Al parecer, a Pablo Ruiz Picasso le ha llegado su San Martín, por machista y misógino. Si lo fue, hubo de serlo como tantos hombres de su generación; artistas o no, cultos o incultos. Reprochárselo ahora y esgrimirlo para pasar casi de puntillas por el 50 aniversario de su muerte me parece cerril. Según decía mi madre: «Una pareja es lo que es cuando se queda sola. Y solo lo saben ellos». Y a mí me parece que es así. Dicho esto, es difícil de amar a quien se ama tanto a sí mismo. También, cabe intuir, que se le debieron de acercar mujeres por su fama, fortuna y poder. La genialidad es don y carga, pero nadie es genio en todo. Cuidado, pues, con el rastreo de miserias personales o familiares, pues se pueden quedar sin nombres los callejeros. Hasta el bueno de Sancho Panza hizo cálculos acerca de los beneficios que le aportaría comerciar con esclavos. Condenemos lo condenable, pero contextualicemos siempre. Picasso conoció la consagración en vida, pero esto no significa que su vida privada merezca ser ensalzada o demonizada. Un genio en lo suyo; del montón, en lo demás. Fue el máximo exponente del siglo XX en la mitificación del éxito artístico… y económico.
Sin duda, un calidoscopio de egos. Y esto hubo de dificultar sus relaciones de pareja, pues se enamoraban de quien llevaba dentro a muchos otros. Pero, sí, una pareja es lo que es cuando se queda sola. Y muchos no estábamos debajo del sofá de Picasso. En definitiva, prefiero que me regalen un Van Gogh o un Rembrandt, pero tampoco le haré ascos a un cuadro suyo solo porque lo pintó un machista.
Comenta Patrick O’Brian, uno de sus biógrafos, que el Ruiz de su primer apellido podía tener origen en el Reino de León, y añade: «De todos modos, este remoto origen leonés, poca importancia tiene». Pues mejor no meneallo, que al sobrio cuna del parlamentarismo nos lo añaden un y de los ancestros de Picasso . Según O’Brian, se decía del pintor que «nunca supo lo que era el amor, por lo menos el amor hacia la mujer». Quizá su propio narcisismo se lo impidió, era adorado y se adoraba. Supongo que es difícil asimilar tanta fama sin quedar ensuciado por ella. No me gustan todas las puertas que abrió, pero ¿cómo negar el gran logro de su arte?