Diario de León

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Al Oráculo de Pedrún nos fuimos. Nos preocupa e inquieta el futuro inmediato y arden dudas con lo que pasará el 23 de julio, vísperas del Apóstol, que por eso la derecha extremada, la derechona ambidestra y la derechita cobarde reviven el grito de las Navas de Tolosa, ¡Santiago y cierra, España!. La orden militar ¡cierra! significa trabar, embestir, acometer... o cerrar filas, pero por decirse todo seguido siempre sonó a cerrar España, encerrarla en cerrazón para que no entren ni aires ni gentes ni cambios. Mientras tanto, la izquierda humillada y la izquierdina coceada dudan si dar el grito de ¡Santiago y abre España! por si eso acaba significando abrir, pero en canal.

Sócrates cree que no hay cosa más peligrosa que dar revancha a quien sale de un partido humillado y enervado de orgullitos, y más si no fue tanta la goleada ni el castigo, como es el caso si se ponen en la balanza los últimos votos totales de cada cual. Ahí es donde Sánchez vio jugada astuta, sorpresiva llamada a urnas que llevaba un gran rótulo debajo: ¡Que viene el lobo! , ¡que viene el lobo! , sobresaltando con ello a los miedosos y dando patada en el sofá donde sesteó la abstención de viejos simpatizantes y desengañados. En fin, llamése movilización, concluyó el profesor, y díganse barricadas después de sembrar algo de pánico. Peláez añadió «ahora el miedo es general en las dos trincheras; y dadas esas alturas del calendcario, las papeletas estarán calentitas y algunas ardiendo». Otavito concluyó: Yo, como José Bergamín, « Mi mundo no es de este reino », allá vosotros.

Llegó el turno al Oráculo, arrojó sobre el tapete sus guijarros coloreados añadiendo esta vez tres tabas de cordero y un femur de liebre, y dijo: « Cuando el cielo se pone color carne de gavilucho, no llueve poco ni mucho... o nada, y se queda el cielo como estaba . Ninguno de los dos bandos gordos logrará pactos con mayoría suficiente. Empatarán y habrá nuevas elecciones el domingo 1 de octubre, viejo Día del Caudillo». Nos dijimos ¡el Oráculo se pasó con el anís! y nos fuimos sin aflojar los 30 euros que nos sacude por la consulta.

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