Diario de León

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Conmueve y enternece la voluntad y la fe de las familias y escuelas de Greystone, pueblo irlandés, que han acordado sin mayor discusión ni titubeos prohibir los móviles a niños menores de 12 años como quien dice ¡niños, a rascarla!, a jugar, a la calle, a pájaros, a la inocente pillería... porque cebarse sólo con pantallitas está empezando a crear monstruitos, que es lo que decían Jovellanos y Goya que se producen cuando los sueños asaltan a la razón. Fuera móviles. Fuera ventanas al abismo. Leer sigue siendo alternativa, aunque los cuentos y los dibujos también hacen su daño, pero sus secuelas son reparables con el crecer (nadie tiempo atrás acabó a mandoblazos de capitán Trueno o creyéndose Sissi emperatriz, pero el acosador o violador de mañana y el loco de la velocidad suicida se engendran hoy con las fantasías y delirios de ese incontrolable internet que llevan los guajes en su bolsillo; la psicología y la medicina ya tienen precisados sus efectos).

Y si dije arriba enternecen esas gentes irlandesas con su veto al móvil en los críos es porque no deja de ocultarse ahí bastante ingenuidad; ¿acaso no accederán a los móviles de sus hermanos mayores o de los compis de pandilla o patio, sus instructores y ejemplo a seguir?... La realidad seguirá siendo imparable mientras haya padres que prefieren aplacar la ansiedad infantil con un móvil antes que acabar repitiendo aquello que cantaba Serrat, « niño, deja ya de joder con la pelota », pelota o corro de la patata que socializan al chaval, mientras la pantallita individualiza, aísla, y la fantasía y la decepción acaban devorándole la sesera y el vivir.

La American Academy of Pediatrics fija en diez las razones y peligros del smartphone en menores de 12: retraso en el desarrollo cerebral (falta de autocontrol), obesidad, alteración del sueño, conductas agresivas y rabietas, enfermedades mentales, déficit de atención, adicción infantil (alejamiento del entorno, amigos y familia), radiación excesiva... y sobreexposición (vulnerables, explotables y expuestos a abusos). O sea: hala, niños, a rascarla por ahí.

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