Diario de León

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La Transición Justa al final era esto: la coartada de las administraciones para que los empresarios que se hicieron ricos durante décadas con la explotación de los recursos naturales se beneficien ahora de la devastación que causaron. La nueva oportunidad para hacer un negocio redondo con la miseria de los territorios arrasados se exhibe en el contrato que la sociedad estatal Tragsa ha dado a empresas del delincuente Victorino Alonso, pendiente aún de entrar en la cárcel, para la restauración de la Gran Corta de Fabero: el cielo abierto que explotó y que debía haber recuperado tras años de depredación ambiental, como en el Feixolín, en Nueva Julia, en Fonfría, mientras el Gobierno, la Junta y los ayuntamientos miraban para otro lado y le llenaban la cuenta con subvenciones públicas. Van a volver a hacerlo. No sólo con Vito Carbone, como desvela la información firmada por Cristina Fanjul, quien va camino de que la reconozcan en Laciana como a Roberto Saviano en Nápoles, sino con más antiguas familias mineras de apellido ilustre, sociedades de firma bursátil camufladas de verde y multinacionales de la extorsión. Para que todo siga como estaba, saben que es necesario que todo cambie.

La perversidad del mecanismo sustenta con dinero de la UE el nicho de negocio —nunca mejor empleado— que se ceba con la provincia leonesa. El territorio, sacrificado durante décadas como vivero energético del país, ofrece ahora su abandono y despoblación como oportunidades estratégicas para abaratar la inversión de las grandes empresas, favorecidas por la regulación estatal que acelera los trámites en zonas de baja densidad. Los macroparques solares y eólicos salen más a cuenta en la montaña de León, en La Cepeda, en Maragatería o el Bierzo que en el cinturón industrial de Madrid, Barcelona o Valencia porque allí la tierra tiene valor para la instalación de empresas y la construcción de viviendas. El suelo para estos proyectos surge de saldo de las ruinas de las anteriores explotaciones o se negocia con propietarios y juntas vecinales con métodos que recuerdan a los que empleaban los secuaces de Victorino Alonso para sus cielos abiertos. Aquí, la Transición Justa son plantas para la descontaminación de baterías eléctricas, como la que planifica Lamelas Viloria, otra histórica minera al rebufo de esta nueva realidad que nos convierte en desierto y vertedero. Descarbonizar era esto.

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