Diario de León

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Hoy se les acaba el oxígeno y se intuye el aviso de Dante:  lasciate ogni speranza . Mal pinta la búsqueda en lo hondo del Atlántico del minisubmarino en que viajaban cuatro millonarios y un enriquecido aventurero para ver los restos del  Titanic  que duermen su mala suerte a casi 4.000 metros de profundidad. El billete de esta «clase turista» sólo les costó 250.000 euros (usted hay días no los gana). No más grande que una furgoneta, el sumergible perdió todo contacto con la superficie a las dos horas. Nadie sabe dónde andará o ya no andará. Las cábalas apuntan a la fatalidad, desde haberse enredado con redes perdidas a quedarse enganchado su patín en el casco del mítico transatlántico o verse dañado por los escombros que lo rodean removidos por las fuertes corrientes submarinas del día de la inmersión. Todo lo cual lleva a preguntarse qué necesidad hay de hacer turismo de alto riesgo y morboso para ver esa tumba de acero creyéndose un Jacques Custeau que fisga simas oceánicas. Exotismo extravagante de los que cagan dólares, eso parece. ¿Y no es de preocupar que el turismo de catástrofes, desgracias y sitios terribles como campos de concentración o vomitonas volcánicas despierte ultimamente tanto interés y negocio?... ¿qué insanas emociones buscan ahí los curiosos y los voyeurs de tragedias o de huellas del terror?...

Ese minisubmarino (más bien batiscafo) llega hoy a las 96 horas de oxígeno de que dispone su ingenio y no será difícil imaginar la situación desesperada y agónica que han estado o están viviendo todo este tiempo los privilegiados pasajeros en esa abismal hondura oscura donde los peces son ciegos y la muerte tiene linternas en los ojos. ¿Se habrán lamentado diciéndose ¡por un gustazo, un trancazo!? Los servicios de guardacostas y rescate dijeron al segundo día que tampoco estaría mal rezar para que volvieran a casa, mal síntoma, mientras por las redes, ese otro despiadado océano digital, corría una perversa noticia tranquilizadora:  No hay que preocuparse por los millonarios del submarino. En el fondo están bien .

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