Diario de León

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Han pasado de ser ‘lo más’ al polo opuesto. Las ciudades, digo. Al menos para mí. Al margen de que el calorazo se sufre más en la urbe, se han transformado en auténticas junglas de asfalto poco o nada apetecibles por muy cerca que te quede todo. Afortunadamente, no son todas, pero sí la mayoría. Da igual pequeñas o grandes porque este mal de la inhabitabilidad se va extendiendo aunque estemos en algo parecido a una reconversión urbanística.

Queda mucho por acometer para hacer de las ciudades un lugar mejor. De momento (y hablo de León concretamente) son espacios poco atractivos. Las calles de esta ciudad están sucias. Da igual que estén barridas a primera hora de al mañana porque se percibe casi sin mirar la dejadez en las terrazas recogidas, por ejemplo.

Desconozco el motivo por el que hace meses que se están talando árboles en León, pero me genera mucho estupor que se esté haciendo en pleno verano, justamente cuando más aprieta el calorazo y cuando lo que uno busca es un poco de sombra y que no sea la de un toldo, a poder ser.

Porque, aseguran los que saben de esto, que estas junglas de asfalto tienen que ir desapareciendo y dejando espacio a lo que viene: las urbes reverdecidas en las que vivir será un placer. O eso dicen.

El tráfico, el exceso de hormigón y cemento y los cada vez menos numerosos árboles han llevado a las ciudades a ser hostiles con quienes las habitan. Y eso es lo que tiene que cambiar. De lo que se trata es de que acojan a sus habitantes y les ofrezcan una mayor calidad de vida. Y eso es un asunto menor.

Hacerlas más verdes, con más vegetación y menos estrés térmico, más saludables y apetecibles. Así deben ser las ciudades del futuro. Y también las casas, que es mejor empezar en pequeño para que no se nos haga bola. El diseño urbano tiene que orientarse también a la salud y ofrecer no pocas zonas verdes que brinden un mejor estado de ánimo. Todo suma.

Lo que pasa es que, para que esto sea así, tenemos que estar dispuestos a dejar el coche en casa más a menudo y a andar, a acostumbrarnos a movernos de otra forma y a no echar las muelas cuando nos pongan las calles peatonales. Mejorar las ciudades y dejar atrás las junglas de asfalto es un asunto de todos.

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